Grietas

En busca de mi yo por Silvestre Domínguez

Más temprano que tarde, llega un momento en el cual la malla de la exigua existencia que representas está tan cuarteada por el uso, que se filtran por ella ecos del pasado, mientras el presente se diluye profusamente entre sinuosas grietas en su ineluctable camino hacia la definitiva nada. Y por esas mismas grietas me llegan imágenes de niños que se fueron en plena floración, y biografías inesperada y drásticamente truncadas cuando todo parecía por hacer. Es en estos fugaces  momentos de lucidez hiriente, como en el Aleph borgiano, cuando tomas conciencia de lo inaprensible y vertiginoso de la vida, la alocada velocidad y sin sentido del tiempo. Lo fútil de las narraciones que dogmáticamente pretenden dar a determinados hechos condición de eternidad. La inanidad de los héroes y el vacìo de sus pretenciosas epopeyas. La máscara inconsútil de la carne, fugitiva y efímera. Porque como lucidamente presintiera Heráclito el Oscuro, todo fluye, crece y sin pausa se diluye y se pierde en un espejismo con la engañosa apariencia de una falsa realidad, flotando entre el ser y la nada, que ilusoriamente llamamos vida. De cuantas canciones  recuerdo, ninguna expresa mejor, a mi parecer, de un modo telúrico y filosófico, la insustancialidad de la existencia que, De paso (1978), poema sonoro creado e interpretada por Luis Eduardo Aute en sus años de éxito y que en la voz y arreglos musicales de León Gieco, se logra, quizás, la mejor versión de la misma. Pincha aquí 

El cotarro

La vida pasa por Silvestre Domínguez

El dilema de toda promesa está en  lapso de tiempo que media entre su proclamación y el cumplimiento de la misma. De ahí que las letras de cambio, futuribles de pago, con el fin de soslayar tal eventualidad, lleven fecha de vencimiento con las pertinentes cláusulas punitivas si fuesen rechazadas.  Ya sabes, si quieres chocolate, paga lo que debes. En política las promesas son parte del reclamo electoral sin más obligaciones para quien las emite que la capacidad de recuerdo u olvido de sus potenciales votantes. El sabio  y viejo profesor, Tierno Galván, no tuvo reparos en advertir que las promesas vertidas en los programas electorales se hacen para no cumplirse. Todo un detalle, no en vano detento la cátedra de Derecho Político durante los años 1953 a 1965, nada menos que en la egregia Universidad de Salamanca. Quizás por esa tendencia al incumplimiento, hay programas electorales literalmente en blanco. Todo lo más con el rostro del cabeza de lista más una frase lo suficiente pegadiza para encandilar al personal, sin mayores compromisos. Para los convencidos es suficiente. En cuanto a los descreídos, no dejan de ser un revoltijo necesario de encontradas opiniones y voluntades animadoras. Si bien es verdad, que en esencia estériles, por mucho que enardezcan y alboroten el cotarro. Es justamente la variedad de cotarros y centros de decisión, locales, nacionales e internacionales, lo que hace que situaciones hasta ayer predecibles en lo cercano, se vuelven cambiantes y turbulentas de un día para el siguiente. La toma de unos días de meditación sobre si seguía o no arrostrando el lastre que conlleva la gobernanza de España por parte del Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y su posterior comunicado afirmando su permanencia en el cargo, es uno de esos enigmas que levantan comentarios lo mismo entre los fieles que en los adversarios. Y en general, ni los unos ni los otros, suelen acertar en sus elucubraciones, entre otras causas principales, por desconocer los límites del concreto cotarro en que se tomó la decisión. Quizás, el dirigente italiano, Giulio Andreotti, periodista de formación y detentador del cargo de Primer Ministro del gobierno italiano en siete ocasiones, es decir, auténtico conocedor de los hilos que mueven el cotarro, cuando dijo aquello de que el Poder desgasta, pero con más intensidad, a quien no lo obstenta, aclaraba, en una nítida ecuación oral, regla de oro que despeja enigmas artificiales, cual el de los cinco días de relajo públicamente anunciado por Pedro Sánchez. Dado lo difuso y confuso del actual panorama político, solo apto para cabalistas (especialistas en descifrar La Cábala), es agradable saber que, por ahora, puedes dejar a un lado la cacofonía estridente que impregna la realidad y abandonarte en el relajante mundo musical, digamos que con una melodía de corte clásico y tradicional como, La vida pasa (1995), que hiciera furor en México por quien fuera considerado como El Príncipe de la canción , o sea José José . Pincha aquí 

Fanfarrias

Noches de Bohemia por Silvestre Domínguez

Más que en tiempos de postverdad, bulos y cibernética aplicada, que también, vivimos confusos y alocados tiempos de fanfarria, que, como es sabido, se aplica para calificar a todo aquel que pomposamente presume estar en posesión de principios y valores en grado excelso, todo ello dicho sin el menor pudor o modestia y adobado por estridente sonido de  clarines, clarinetes, trombas, trombones y trompetas, cual si fuera permanente día de la fiesta nacional. Vamos, lo ideal para una conversación mesurada y reflexiva, si entre perorata y perorata no te da un subidón la presión arterial y directamente sales de escena por un imparable golpe de infarto. El simple hecho de que los dos futuribles contendientes a ocupar el dorado trono del Imperio americano, en vez de disfrutar de una sosegada, merecida y evidente senectud, tras presunto y ajetreado currículo político empresarial, se ofrezcan como máximo emblema para reconducir los dramáticos problemas de este superpoblado mundo, es un rasgo de  fanfarria suficiente para dejar una nota a familiares, acreedores y amigos y echarse directamente al monte sin rumbo previamente decidido. Otra cosa será si cuando arribes, en lugar de un umbrío y agreste paisaje donde perderte en sus verdes y silenciosas penumbras, encuentras grúas, hormigoneras y un batallón de esforzados albañiles levantando una nueva urbanización. Incluso si tuvieras la osadía de una trasnochada travesura a lo Marco Polo, y poner rumbo a una macro ciudad China, es posible que allí donde se alzaban infinitos rascacielos, encuentres que se los ha tragado un inmenso socavón producido por los descendientes del Emperador Amarillo, saltando prácticamente desde la nada, a una desmesurada opulencia, la misma que el sutil y premonitorio ingenio humorístico de Groucho Marx, totalmente refractario a todo tipo de fanfarrias, comparaba con el hecho de salir de la nada para llegar, después de un largo y arduo camino, a lo peor y en las peores condiciones. Maximiliano Domínguez, progenitor de quien suscribe, lector de los clásicos castellanos y escéptico sin concesiones, simplemente hubiera dicho,: «para este viaje no se precisaban alforjas ». Ni, visto lo visto,  para casi ninguno. Bueno, como diría Nietzsche, nos queda el arte, del que la música es una de sus expresiones cumbre. Por hacerlo coincidente con el diseño que he realizado para esta nota, Noches de Bohemia (1999) de Navajita Platea, es una ideal forma de evasión, al menos para mí. Pincha aquí  

Ni vuelve ni tropieza

Madrid alucinante por Silvestre Domínguez

Habría que indagar, o pasar de largo, según tengas el día, porqué la Naturaleza ha dispuesto como regla, que el máximo de potencia intelectual, y obviamente también física, encuentre el culmen de su expresión en los organismos de los jóvenes, lo mismo en una pantera, una cabra montesa, yo mismo o un gorila de la niebla. Sin posibilidad de discusión, esa es la norma. El conocimiento empírico avala como rareza encontrar creaciones intelectuales en las ciencias exactas más allá de la treintena, y escasa y deficiente obra, comparada con los logros de los mismos actores en su periodo de plenitud vital, en otros ámbito del conocimiento. Después de la cuarta década de existencia, en ramas del saber de signo humanístico, no importa cuán largo sea el resto de vida de quienes brillaran como cualificados creadores, lo habitual son  reiteraciones de lo previamente recogido en el esplendor de su edad y, con un mucho de suerte y buenas relaciones, recoger el tributo público en forma de reconocimiento oficial, por los frutos del ayer.  Eso no quiere decir que la senectud, si no hay excesivos achaques, carezca de alguna faceta placentera. Lo que no se espera de ella, y las redes sociales son explosiva evidencia que lo avalan, es que sean los jubilados, antes que los jóvenes, quienes ejerzan de profusos difusores de un incomprensible ardor político y guerrero, creyéndose, tal vez exculpados por un pasado laboral cumplido y ahora dejado atrás, ya libres de compromisos, jerarquías, jornadas nocturnas y duras madrugadas, entienden llegado su momento de hacer de su capa un sayo y opinar según les salga sin pararse en barras. Nada que objetar, si todo se circunscribiera en un entorno donde primara la camaradería y la amistad, adobados con la exposición de gratos, pasados y dulces recuerdos. Pero de ahí a marcar la senda y reglas de las nuevas generaciones, con consignas trasnochadas, hay un abismo imposible de salvar. Como poéticamente dijera el insigne Don Francisco de Quevedo y Villegas sobre » El tiempo, que ni vuelve ni tropieza,”. Tener párkinson y pretender ejercer de trapecista sin red, es jugar a la ruleta rusa con el tambor del revólver cargado con seis balas. Catástrofe segura.  Lejos de llorar por lo perdido, en esos momentos proclives a la nostalgia,  un método que personalmente nunca me falla, es recurrir a la música como bálsamo para paliarla. Y de paso recordar que el pasado 16 de abril se cumplieron 51 años del fatal accidente donde perdiera la vida Nino Bravo, dueño de esa voz incólume al paso del tiempo como podemos disfrutar en cualquiera de sus canciones, esta misma, Te acuerdas María (1972). Pincha aquí 

Cosas veredes

Madrid intemporal por Silvestre Domínguez

No ha pasado tanto tiempo, ni las cosas son tan diferentes, de cuando los mercachifles itinerantes que ofrecían pócimas y mejunjes casi milagrosos, cruzando aldeas y caminos polvorientos, reunían expectantes vecinos en las plazas de los pueblos explicando la suerte que tuvieron por ser de los pocos afortunados en beneficiarse de las mágicas propiedades del contenido del tarro que podía ser suyo, no por diez, nueve ni ocho, por siete pesetas, con regalo de un peine para los primeros compradores más una cuchilla de afeitar última generación. ¡Adjudicado al caballero del fondo!. Si bien la fórmula y contenido en los recipientes siempre era desconocida y la misma, sus propiedades curativas variaban según criterios e imaginación del charlatán de turno. En algunos casos curaba la infertilidad, en otros la alopecia y si llegaba el caso, hasta la infelicidad por la huida de tu pareja con un aparcero apolíneo sensual y lascivo. En lo fundamental este discurso no era más que una ingeniosa mentira verbalmente condimentada, por supuesto, salvo el abandono de la pareja, que solía ser real. Y la puesta en escena de la misma, si necesario fuera, sin modificaciones repetida, porque si una cosa funciona, para qué cambiarla. Escena similar, si bien con otro escenario, a cuando entras en el metro a media mañana y en el transcurso del trayecto te encuentras con un cantante/mendicante, después otro y otro más, buscando una ayuda para comer, y detrás de ellos, como si se repartieran rutas y horarios mediante un estudiado cuadrante, llegan los menesterosos sin más, aunque dentro de su situación no buscada, a cambio de esa posible dádiva requerida, ofrecen paquetes de chucherías, en un rasgo de orgullo que convierta su petición en trueque, antes que en pura mendicidad. Este trasiego de actuaciones discurre en un medio del un transporte de viajeros, el subterráneo , que no suele destacarse por ser utilizado las clases altas, más allá de una foto testimonial por políticos y funcionarios de alto nivel cuando se estrena un nuevo tramo,  o remodelación de otro existente. Como dijera el poeta, hay otros mundos, pero están en este. Si, aquí, donde conviven la cárcel y la libertad, sin distinguir, en ocasiones, el fin de una y el comienzo de otra. Luego está La Libertad (1987) palabra multiuso, y también ese himno musical al que dieron voz el matrimonio feliz, que en un instante fatal, fue alcanzado por el rayo. Albano y Romina Power. Pincha aquí 

Luis Colindres García, voluntad de acero

Noches de cine por Silvestre Domínguez

Como un continuo e ininterrumpido goteo te van llegando esas noticias de las que mejor sería se mantuvieran en permanente antesala. Más no es posible, justamente porque vivir es pasar. Y sin duda Luis Colindres García, además de experto y destacado componente del legendario carrusel  motorizado de la Policía Municipal del Excelentísimo Ayuntamiento de Madrid y sobreviviente de mil batallas, era experto en el difícil arte de ajustarse a los bandazos impuestos por las imprevistas circunstancias, que en definitiva no es otra cosa que cobijarte  para seguir tirando mientras escampa. Cuando me incorporé a la Plantilla Policial en tiempos políticamente de cambios, Luis Colindres García ya era un curtido profesional. Como dice la canción, a mi que casi nada se me olvida, no logro recordar cuando se produjo el encuentro que pasado el tiempo me unirían afectivamente con a quien cariñosamente se conocía como Coli. Sus últimos años de servicio los pasó en el turno de noche de la Unidad de Usera. Entre las muchas confidencias que compartimos, en lo que engañosamente nos parecían interminables jornadas bajo la luz eléctrica, supe de su afición al séptimo arte, del cual me recomendó más de un título sobre el efecto letal de las adiciones en el destino de las personas. Sabía de que hablaba. Tanto, que en una de las cenas entre compañeros para celebrar el fin de año, ante una reiterada proposición por uno de los asistentes, requiriendo que hiciera el brindis con un vaso de vino, Coli le espetó, ¡ compañero, a quien fue un alcohólico nunca se le ofrece alcohol !. Vencer esa concreta adicción, que llevó al declive a tantas figuras de Hollywood, incluido al gran John Wayne, figuraba entre sus vencidas batallas. Superó muchas otras, hasta llegar a esa definitiva que todos, un poco antes o después, perdemos. Sin remisión. De poco valen las voluntades, aunque sean de acero, como fue la tuya Coli. Por lo demás, dado que el tiempo, según Einstein, es acomodaticio y flexible, siempre nos quedará el pasado. En él seguirán esas grabaciones en Whatssap, con tu inconfundible voz de bajo, deseándome los buenos días, ajeno al ruido y las fake news de un mundo que colapsa. Como un brindis musical por aquellas lejanas noches, te propongo un homenaje a esa entrañable película, Casablanca, cuya banda sonora, As Time Goes By, en la aterciopelada voz de Andy Williams. Un fuerte abrazo, compañero. Pincha aquí 

Líneas rojas

Mejor lo dejamos por Silvestre Domínguez

La primera línea roja, de la que aún se especula sobre circunstancia y lugar, fue cuando la materia se puso en fase de autorreplicacion biológica informativa y dio origen a la vida, provocando el hasta ahora no resuelto enigma cósmico. Sin ese inexplicable salto todo, absolutamente todo, hasta esta superficial e intrascendente nota, no habría tenido lugar. Pero, mira tú por dónde, aquí estamos y, aunque quizás ramplona y anodina, cada cual tiene su particular biografía, y por hábito o rutina, hemos adquirido la tendencia a ensamblarla con el tiempo y los acontecimientos que la acompañaron. Casi cualquier cosa es válida para entretener la espera que va del cigoto a la definitiva y deletérea calavera. Creerse Napoleón figura entre los argumentos ya experimentados, con miles de anónimos sucedáneos de imitación, sin la monstruosa grandeza de algunas hechos adjudicados al original, como el clamor de un puñado de victorias, la debacle sufrida por el invierno de las estepas rusas, más la insuperable derrota que le propinara  el arrogante Duque de Wellington, un infausto 26 de febrero de 1815 en Waterloo, hecho que marcó la línea roja definitiva para aquel pequeño corso cuyo destino, sin duda, superó sus iniciales expectativas, hasta que, años atrás, un prolongado y azuzado malestar social, hizo implosionar las petrificadas y vetustas estructuras sociales monárquicas de Francia y, tal que el año 1792, los tenderos, artesanos y profesionales varios asentados en los burgos, entendieron que era llegado su momento y nada mejor para derruirlas, mediante la que sería considerada por la posteridad como Revolución por antonomasia, que contratar los servicios de un general con pretensiones de emperador. Traspasar líneas rojas se ha convertido en un ritual. Similar al de la ruleta rusa. Con una sutil diferencia. Contrariamente al juego suicida, donde el autor es consciente en todo momento del posible resultado, con las líneas rojas el interesad@ se entera por la prensa, o por  comunicado judicial, tras secreta investigación policial, de un real o presunto hecho delictivo. Y hablando de Ruleta Rusa, tal fue el título de un álbum que en 1984 pusiera en el mercado Joaquín Sabina, y entre las entrañables canciones que contiene, Pisa el acelerador, me agrada especialmente. Pincha aquí 

Mil palabras

La mensajera del miedo por Silvestre Domínguez

En los actuales tiempos líquidos que vivimos, conceptos descriptivos tales como imágenes o palabras, se han convertido en instrumentos inservibles respecto a su valor probatorio de la realidad. El mejor ejemplo de la nula eficacia de la imagen para apoyar un hecho, es el escándalo periodístico que una presunta imagen de la Princesa de Gales, Kate Middleton, abrazada por sus hijos, ha originado en la opinión pública inglesa, cuando especialistas es Photoshop dicen que la misma fue retocada, para ocultar su estado de salud. Pese a su apariencia, el asunto no es baladí, o así lo cuentan los tabloides ingleses. Tanto que el propio y nada alarmista diario The Times, ha mediado para intentar amansar las aguas y comunicar que ya se dijo por el entorno familiar, la necesidad de una pausa tras la operación, en las actividades de la Princesa, hasta después de la Pascua, o sea pasado el 17 de abril. Fecha anticipada y no cumplida ante ante la persistente matraca mediática relacionando la no comparecencia pública, por  la avalancha de versiones, cada una más peregrina que la anterior, para dotar de argumento al relato de esta falta de visibilidad monárquica, la cual, en declaraciones oficiales de la afectada , parece obedecer, no a adulterios, romances y otras trapacerías conyugales, sino a un hecho tan frecuente como el padecimiento de esa enfermedad tan extendida que no respeta clases ni edades, el puto cáncer. Tal que a la velocidad de expansión y  alejamiento de las galaxias de su presunto punto de origen, el Big  Bang, parece separarse la conexión entre un hecho y las imágenes o discursos que lo explican. Cierto que los notarios y otros acreditadores oficiales para dar fe del contenido de un acuerdo entre partes serían innecesarios, si la propensión a fabular, es decir, a contar la historia según convenga, no hubiera sido una constante en el uso de las palabras como fórmula de entendimiento habituales entre el simple paisanaje.   De aquellos cuyo medio de vida se funda en el discurso, continente antes que contenido, los profesionales de la política entre otros, requiere una tesis de más largo alcance que el soportado por esta etérea nota de fugitiva actualidad. La música, ese revés del aire que dijera el poeta, es otra cosa. Allí las palabras son casi innecesarias, tanto, que hay un precioso bolero, obra del cubano Osvaldo Farrés, cuyo título, Tres Palabras (1943), es un melódico ejemplo del ensamble comunicacional que verbo y orquesta pueden lograr. Si tenemos el privilegio de contar con la voz de Nat King Cole, se alcanza el sobresaliente. Pincha aquí 

Mandangas no, por favor

Un soñador en apuros por Silvestre Domínguez

Es una opción personal creer que la tierra es plana, que estamos colonizados por pérfidos marcianos y llegado el caso, asumir que el zumo de manzana tomado en ayunas sirve para curar la enfermedad más insidiosa, resistente e incurable, que si la tratamos aplicando métodos científicos. A título personal nada impide de mezclar cualquier tema, incluso con el adobo de un grueso toque de marrullería política, para posteriormente, tras ser bien agitado, hacer con ello un cóctel informativo como los que, destinado a los amantes de los licores más sofisticados, hicieran famoso al legendario club madrileño ubicado en la Gran Vía, Perico Chicote, donde personalidades con tanto glamour como Frank Sinatra, Ernest Hemingway e incluso el sublime Salvador Dalí, les encantaba visitar,  pero por favor, bien se trate de conocido o extraño, con tendencia a remitir desaforadamente refritos de mensajes sin contrastar, y por esos azares virtuales mi humilde persona figurara entre sus contactos de redes sociales, le quedaría enormemente agradecido si tuviera la delicadeza de no remitirme, en versión larga o extractada, el producto resultante de semejantes mandangas. La vida es corta y llegada cierta edad, estoy en ella, mi nivel de tolerancia para asumir majaderías, alcanzo el límite de su capacidad . Quiero dejar sentado que por mandanga entiendo, no solo los productos sociopolíticos sin otra base que el calentón ideológico irracional, también esos ponzoñosos millardos de similar factura, facturados en formato de truculentos vídeos publicados por aficionados Youtubers para adoctrinar al personal, no se sabe bien de qué ni para qué, a la par que se sacan unas perrillas para ir tirando. En contrapartida a esta, me temo que vana, petición personal de rechazo a las mandangas, acepto de buen grado la recepción de noticias sobre cultura en sus variadas formas, tales como la descripción de lo hermosas que son o fueron las fiestas de su terruño natal. Incluso alguna anécdota de cuando a determinado paisano confundieron con Gary Cooper y quisieron ficharle por una productora cinematográfica nacional, por ejemplo la valenciana Cifesa, que tantas horas de pipa y gloria diera en los cines de barrio a lo ancho y largo de la península ibérica. Sin ir más lejos, que parece fuera ayer,  los  juveniles y dorados años, personalmente disfrutados en mi añorada Plasencia, que además de ofrecer magníficas tapas a los visitantes de sus infinitos bares, contaba con un amplio abanico de cines para solaz de las horas de ocio, a los residentes y turistas, en las cuatro estaciones del año. Hay mucho y variado para informar y entretener, pero mandangas no, por favor. Quien, ya en el espacio etéreo de la música también decía no, pero con rítmicas intenciones sentimentales, fue Gerard Joling, en esa maravillosa compaginación de voz e instrumentos lograda en No more bolero’s ( 1989 ). Pincha aquí 

A lo hecho, pecho

Un día de primavera por Silvestre Domínguez

No es necesario conocer el pasado para repetirlo. Es suficiente con que el azar y la necesidad, con permiso de Jacques Monod, ofrezcan la oportunidad para realizar viejos hábitos, quizás con la vana ilusión de creerlos nuevos. Como en todo hay excepciones, es decir sujetos dispuestos a decir no y pasar de largo, pero son tan escasos y excepcionales, que más que anular, confirman la regla. Muy humilde y anodina ha de ser una biografía, la de cualquiera, para que un asunto de corrupción no se tejiera en su entorno. Por el mío se hicieron tapices de nudos y, a pesar de frecuentes y repetidas balaceras dirigidas hacia mi persona, aquí sigo para contarlo. ¿El asunto?. Como quien dice, una sonsera. Algunos que confundieron lo general con lo privado y la inmensa dificultad, por unos pocos, intentando tratar de  que las aguas no desbordaran el cauce, a fin de evitar daños directos y colaterales. Pero las aguas se desbordaron. Un hecho similar a la muerte, hecho definitivo fácil de atribuir en figuras de tiempos lejanos, pero posibilidad difícil de concebir para quienes habitamos el fugitivo presente. Ya Oscar Wilde, a pesar de sus tormentosos últimos años de prisión y enfermedad, manifestó que arrepentirse de un acto era modificar el pasado. Como bien saben los historiadores, un suceso, por esencia, es inmodificable. Pero a cambio de esa pétrea inmutabilidad, cabe la posibilidad retórica de ser interpretado. O sea inventado. Al igual que esa verdad voluble referida en uno de los breves y profundos pensamientos de don Antonio Machado, concretamente el que dice: » Se miente más de la cuenta por falta de fantasía: también la verdad se inventa «. Una regla del ajedrez de competición que suele dar excelentes resultados, establece que la mejor defensa se sustenta en el ataque. Como aficionado al noble juego, su puesta en práctica obedece a múltiples factores, entre los más destacados la posición de tus piezas, las del contrario y el reloj. Si eres débil en tiempo y posición, atacar equivale inevitablemente a perder. Simplificando lo ya dicho, y dejando al margen noticias que saturan medios y redes, si una causa no puede ser cauterizada en su mayor parte con el socorrido, ¡ a lo hecho, pecho!, es que algo se hizo mal y se explicó mucho peor, o lo más probable, ambas cosas. Ya en el espacio dedicado a la música, en tiempos de la llamada Movida Madrileña, el grupo Gabinete Caligari sacaba su primer álbum, cuyo título y una de las canciones incluidas era, Que Dios reparta suerte (1983). En eso estamos. Pincha aquí 

Para ser utilizadas

Herencia infernal por Silvestre Domínguez

La palabra ya se ha pronunciado. Ahora, como en la Biblia, habrá que buscar una interpretación para ella y su contexto. Y el contexto se ha producido en la entrevista concedida por el  Presidente Vladimir Putin al canal de la televisión pública Rossiya 1, donde a pregunta, supuestamente pactada, con el presentador oficial, Dmitri Kisiliov, sobre cual era la postura de Rusia ante una posible escalada bélica y la eventual utilización de armas nucleares en caso de agravarse el conflicto. Ahí lo innombrable fue pronunciado, con esa actitud hierática de quien sabe la trascendencia de sus palabras, dejando caer, tras vueltas y revueltas sobre el tema, que, efectivamente, por su simple existencia, el destino del armamento nuclear es ser utilizado. Nadie se hace un traje por un sastre o modisto de fama internacional para guardarlo en el armario. Y la efectividad de los artilugios nucleares, se explayó el mandatario ruso, por más que se prueben en programas informáticos, necesitan ser constatados sobre el terreno, para calibrar su verdadera eficacia. El aviso ya está dado. Y no debe ser baladí su trascendencia, cuando los diarios de tirada nacional como La Vanguardia y El País, con fecha 14 de marzo de este 2024, dan amplio contenido a la referida entrevista, con titulares ciertamente clarificadores. La Vanguardia: » Putin no teme la guerra nuclear “; El País: Putin advierte de que Rusia está preparada para una guerra nuclear«. Lo que pueda venir tras estos comunicados dependerá de cómo son entendidos por la parte occidental. Lo procedente es la negociación, a cara de angel o de perro, que eso, en última instancia es pura teatralidad. Por estos lares seguimos con la mandanga de las eternas, presuntas o reales corrupciones en el núcleo central del poder político, o sus inmediatos círculos de amistades. Dadas  las vueltas y sorpresas varias que suelen anidar en el interior de estas corruptelas y convolutos, antes de emitir una precipitada opinión, mejor esperar a conocer como terminan, si las hubiere, las resoluciones judiciales. Suelo abstenerse de pronunciamientos anticipados, porque como Zhou Enlai en 1974, manifestara al conspicuo Henry Kissinger, sobre cuál era su opinión sobre la Revolución China de 1949, el sabio mandatario oriental, soslayó hablar sobre ella y sutilmente retrotrajo su reflexión a la Revolución por excelencia, la Francesa de 1789, sobre la que emitió la sorprende respuesta, ¡ aún es pronto para hacer una precisa valoración de sus consecuencias !. Doy un salto a la música y me adentró en aquella infancia donde Los Brincos nos deleitaron con una pintoresca canción, que va pintiparada con el deprimente nivel crítico que actualmente vivimos: Borracho (1965). Mejor la ebriedad como coartada, que soportar sobriamente ser torturado por la inmensa avalancha de falacias y necedades emitidas de modo indiscriminado por tierra, mar y aire. Pincha aquí