Para ser utilizadas

Herencia infernal por Silvestre Domínguez

La palabra ya se ha pronunciado. Ahora, como en la Biblia, habrá que buscar una interpretación para ella y su contexto. Y el contexto se ha producido en la entrevista concedida por el  Presidente Vladimir Putin al canal de la televisión pública Rossiya 1, donde a pregunta, supuestamente pactada, con el presentador oficial, Dmitri Kisiliov, sobre cual era la postura de Rusia ante una posible escalada bélica y la eventual utilización de armas nucleares en caso de agravarse el conflicto. Ahí lo innombrable fue pronunciado, con esa actitud hierática de quien sabe la trascendencia de sus palabras, dejando caer, tras vueltas y revueltas sobre el tema, que, efectivamente, por su simple existencia, el destino del armamento nuclear es ser utilizado. Nadie se hace un traje por un sastre o modisto de fama internacional para guardarlo en el armario. Y la efectividad de los artilugios nucleares, se explayó el mandatario ruso, por más que se prueben en programas informáticos, necesitan ser constatados sobre el terreno, para calibrar su verdadera eficacia. El aviso ya está dado. Y no debe ser baladí su trascendencia, cuando los diarios de tirada nacional como La Vanguardia y El País, con fecha 14 de marzo de este 2024, dan amplio contenido a la referida entrevista, con titulares ciertamente clarificadores. La Vanguardia: » Putin no teme la guerra nuclear “; El País: Putin advierte de que Rusia está preparada para una guerra nuclear«. Lo que pueda venir tras estos comunicados dependerá de cómo son entendidos por la parte occidental. Lo procedente es la negociación, a cara de angel o de perro, que eso, en última instancia es pura teatralidad. Por estos lares seguimos con la mandanga de las eternas, presuntas o reales corrupciones en el núcleo central del poder político, o sus inmediatos círculos de amistades. Dadas  las vueltas y sorpresas varias que suelen anidar en el interior de estas corruptelas y convolutos, antes de emitir una precipitada opinión, mejor esperar a conocer como terminan, si las hubiere, las resoluciones judiciales. Suelo abstenerse de pronunciamientos anticipados, porque como Zhou Enlai en 1974, manifestara al conspicuo Henry Kissinger, sobre cuál era su opinión sobre la Revolución China de 1949, el sabio mandatario oriental, soslayó hablar sobre ella y sutilmente retrotrajo su reflexión a la Revolución por excelencia, la Francesa de 1789, sobre la que emitió la sorprende respuesta, ¡ aún es pronto para hacer una precisa valoración de sus consecuencias !. Doy un salto a la música y me adentró en aquella infancia donde Los Brincos nos deleitaron con una pintoresca canción, que va pintiparada con el deprimente nivel crítico que actualmente vivimos: Borracho (1965). Mejor la ebriedad como coartada, que soportar sobriamente ser torturado por la inmensa avalancha de falacias y necedades emitidas de modo indiscriminado por tierra, mar y aire. Pincha aquí 

Controversia

Fiera pasión por Silvestre Domínguez

Afirmar una cosa y su contraria es algo habitual en el actual momento social en que vivimos y posiblemente en todos. Saberse mortal y no poder evitarlo, por más filosofía con que se adorne el asunto, es un drama que cada cual alivia como puede o le dejan, aunque que se exhiban sonrisas de satisfacción de cara al público. Otro asunto, este menos personal e infinitamente más peliagudo, es la controversia geopolítica de una parte importante de Asia contra Occidente. Ahí el caldero sigue en ebullición y por más paños calientes que un centenario de la diplomacia como Henry Kissinger intente adornar el asunto. Una vez cogido el cetro del Poder es difícil dejarlo sin ofrecer resistencia. Y a la inversa. Cuando te crees con derecho a la supremacía, no aceptas migajas ni trato de inferioridad. De esto se habla poco y seguramente, en paralelo con la manoseada Inteligencia Artificial, que forma parte del mismo debate, anide el huevo de serpiente que ponga en jaque a nuestra especie. No hay buenos ni malos. Ni romanos ni cartagineses. Sólo intereses enfrentados. El conflicto bélico en Ucrania seguramente no se habría producido sin esa controversia latente entre un Imperio nominal y otro que sin nominación se considera tal. Por descontado que hablo de Estados Unidos y China. El resto, incluida Rusia, Europa y Japón, son simples comparsas en este hasta ahora frío duelo de titanes. Las macetas en el balcón, los pactos para elegir diputados y concejales, chismorreos de portera sin otra trascendencia que llenar de inanidades las redes. La verdadera controversia, como la partícula elemental sobre la que pivota el Universo, ocurre siempre en otra parte. Como la vida, que cuando muchos entienden que es única e irrepetible, la orquesta se retira y con ella termina el baile. Lo mismo que con su inconfundible voz nos sigue cantando ese joven casi nonagenario de nombre impronunciable, Engelbert Humperdinck, en su archiconocida canción The Last Waltz (1968). Pincha aquí

Igualdad

kiko

Francisco González Gala (Kiko)

Cada vez se hace más tristemente evidente que ante la dificultad (mi intención era poner imposibilidad) de legislar sobre lo trascendente, mediante un giro lampedusiano, se legisla sobre lo accesorio. Y no es que ponga pegas al asunto, por ejemplo a que los beneficios sobre los permisos laborales, recientemente aprobados en el Congreso de los Diputados, se extiendan de la madre al padre. O sea iguales en derechos sociales, que el hecho biológico es otra cosa y sobre ello no parece fácil legislar, aunque en asuntos de irracionalidad, cuando las meninges del personal se recalientan pueden darse situaciones de esperpento. Por ejemplo aquel acontecimiento digno de la historia del disparate nacional, cuando en una sesión del Ateneo de Madrid, allá por el año 1936, se llevó a votación el trascendental hecho de la existencia de Dios, y perdió por un voto. Parece que don Manuel Azaña, que fuera presidente de la institución años atrás, al enterarse del despropósito asambleario les espetó: !son ustedes unos majaderos¡. Lo cual en nada ha modificado la fe en Dios de los creyentes o la falta de ella en los ateos. Y es que como la hoja en blanco, los debates admiten todo. Otra cosa es poder cumplirlo. La igualdad entre semejantes, así en abstracto y sin matices, parece un principio laudatorio. Pero igualdad no implica identidad, algo que lo mires por dónde lo mires es el fondo del asunto. Pero como no quiero que me tilden de retrógrado o reaccionario, me quedo con uno de los eslóganes repetidos en las famosas algaradas del ya olvidado mayo francés de 1968:¡seamos consecuentes y pidamos lo imposible!. La igualdad no la pidieron porque ya lo hicieron en la revolución por antonomasia, la madre de todas las revoluciones, la de 1789 y sus sacrosantos principios: Libertad, Igualdad y Fraternidad. Y en eso seguimos, ya que como dijera Lin Piao a un estupefacto Henry Kissinger, es pronto para ver sus resultados (los de la Revolución Francesa) pues solo han transcurrido doscientos años. Y llegados a este punto, me planto. 

 

Richard Nixon

Richard-Nixon

Es bien sabido, por frase de medieval y renombrado ajusticiado, que Castilla hacia a sus hombres y los gastaba. América, por los mismos o diferentes motivos, también. No otro aroma que la fricción y el desgaste permanente se desprenden de la explosiva biografía de Richard Milhous Nixon, trigesimoséptimo presidente de los Estados Unidos, picapleitos de profesión, procedente de una humilde familia de tenderos del medio oeste que a base de tenacidad, astucia y truculencia llegó a sentarse en el sillón del despacho oval de la Casa Blanca durante dos legislaturas, siendo forzado en la última, ante la inminencia de un impeachment, a salir por la puerta de servicio aunque, todo hay que decirlo, sin abandonar su sempiterna sonrisa de jugador de poker que ha sido cogido en un renuncio. En el camino hacia una grandiosa nada, con entrada y salida por el Watergate, y aunque como creyente, por influjo de su madre y tradición, profesaba la religión cuáquera, pacifista por definición, empantanó al mastodóntico e invencible ejercito de Estados Unidos en una impopular y populosa guerra , contra un tercermundista Vietnam, que contra todo pronostico no consiguió ganar, (¿o sí?).Para compensarlo, debe apuntarse en el libro de los haberes, contando siempre  con la inestimable colaboración del omnipresente padre/madre de todas las diplomacias, el enigmático, epigramático y ático doctor Henry Kissinger, abrió las puertas de la milenaria China a Occidente y se hizo amigo de Mao, aquel humilde maestro de escuela que un día emprendiera la larga marcha, autor del libro rojo de su mismo nombre, y según dicen, un experto en cortar bacalao. Mas,  tal como quedó reflejado al inicio, la posteridad es ingrata y hubo de aceptar la generosidad de su sucesor, Gerald Ford, de ser perdonado de toda responsabilidad jurídica durante sus años de mandato, para entrar en un lánguido y dulce ocaso en su rancho californiano donde, ademas de redactar las consabidas memorias, pudo volver a los clásicos y recordar cuan efímeras y pasajeras son las mieles del poder. Falleció a los 81 años de su edad en 1994, tras un fulminante derrame cerebral.

Díme quién parte el bacalao

Hay una teoría según la cual el continente americano debe su primitiva población a grupos nómadas asiáticos que en época de las glaciaciones usaron el estrecho de Bering como ruta migratoria. Según esto, los nativos que recibieron a Colón en taparrabos, tocando una flauta y con un loro en el hombro, bien pudieron ser antepasados de Mao Tse-tung que muchos años más tarde sería quien demostraría a Occidente, gracias a los malabarismos diplomáticos de Henry Kissinger, como se parte el bacalao. Sigue leyendo