Serrat

Serrat un jubilado más por Silvestre Domínguez

Aunque por comodidad se decidió definir la historia por sus aspectos dialécticos y económicos, creo que hay otro eslabón indispensable que falta en esa teoría, y en el aspecto psicológico del ser humano quizás más determinante: el musical. Difícil comprender en profundidad los vericuetos mentales de ese emblemático y sangriento dictador del siglo XX, Adolf Hitler, obviando su fanática pasión musical por los dramas operísticos de Richard Wagner. Porque en el trasfondo sonoro de toda vida sin duda, como en lo más alejado del Universo consecuencia remota del Big Bang, vibran los ecos de una o varias melodías. Joan Manuel Serrat declaró en alguna entrevista que su infancia tuvo por banda sonora la copla, que sin duda flota en la superficie de muchas de sus propias creaciones. Las bandas sonoras de cada cual son tantas como trasuntos humanos cruzaron por su vida, desde el himno a la legión, el lamento de una saeta, a un pasodoble torero. Y por supuesto Serrat. El mismo afirma que el señor que canta se va. Como todos nos estamos yendo de tantos sitios hasta el adiós definitivo. Pero su poética musical, para muchos, entre los que me encuentro, seguirá ejerciendo de fondo sonoro, perfumando el difuso paisaje de infinitos y vagos recuerdos. Sin bucear mucho, escuchando en esta navideña noche del 2022, por ejemplo, Mediterráneo (1971). Pincha aquí

Caricatura de Joan Manuel Serrat por Silvestre Dominguez
Serrat una vida por andar por Silvestre Domínguez

Campo de minas

Caricatura de Mickey Rourke en el corazón del ángel

Mickey Rourke protagonista de El Corazón del Ángel

Creo recordar que fue José María Pemán quien dijo que ensalzar excesivamente a la juventud, por el solo hecho de serlo, es la mejor manera de ocultarla a la hora de actuar. Vamos, que se presume de joven y se ejerce de carcamal. También se dan gloriosas situaciones en contrario. Picasso envejecía biológicamente y su obra mantenía el mismo aroma genial y rupturista que en sus años dorados. Como dijera George Bernard Shaw, tal vez con perversa melancolía, la juventud es una enfermedad que se cura con los años. Cuando se trata de política, el asunto se complica. Curtidos y eficaces profesionales personajes como Winston Churchill , Francois Mitterrand o Ronald Reagan, comunes en su época, hoy son casi impensables. Al igual que las galaxias en expansión, la hipervelocidad marcada por la voracidad del tiempo impone la novedad como sinónimo de eficacia, olvidando que el antídoto más eficaz para cruzar, con relativo éxito, un campo de minas, lo garantiza el conocimiento del terreno. O sea, la experiencia.

Brexit

Jorge-Luis-Borges

Jorge Luis Borges 1899 – 1986

Se quedan o nos dejan, esa es la cuestión. Esto de ahora, la duda como método político/democrático, con referéndum de fondo, elevado a su máxima expresión, si bien para nosotros, los españoles, supone un drama de difícil, pero no de imposible  (que ejemplos cercanos hay)  encaje en nuestra historia como nación, para los ingleses es casi como un rito de obligado cumplimiento cuando entra en juego el futuro de su independencia respecto a la validez, o no, de los acuerdos trascendentales suscritos con el exterior. Ello no quiere decir que banalicen sus consecuencias. Todo lo contrario. Justamente por eso es que en circunstancias excepcionales, y esta del Brexit lo es,(abandono del Reino Unido de la Unión Europea) se demanda la implicación del pueblo soberano en la decisión. El resultado se verá tras la apertura de las urnas el próximo jueves día 23. Como debatir sobre los efectos que el resultado de una u otra opción traerá para el futuro de la Unión Europea no pasa de ser un juego dialéctico de imposible resolución, esperemos hasta que este tome forma de presente, una vez finalizado el recuento de los votos, por estos lares madrugada de San Juan, y durante la espera hagamos uso del mensaje utilizado para promocionar la participación en la lotería de navidad, ese de raíz descaradamente cinematográfica que candorosamente dice: que la suerte les acompañe.

 

Letra pequeña

Gerard-Depardieu

Aquella genial escena de Una Noche en la Opera, con Groucho y Chico interpretando a dos enloquecidos tuercebotas leyendo las clausulas infinitas y redundantes de un absurdo acuerdo, plagado de partes de primera, segunda y tercera parte contratante de la parte contratante de la consiguiente parte, más que reflejo caricaturesco del enmohecido ayer, en una pieza de turgente y lacerante actualidad. ¿En  base a qué me atrevo a tal manifestación?. Pues a la abisal distancia entre nuestra cotidiana relacion los hechos que vivimos y la directa o posterior interpretación que de ellos hacemos. No ya es que indaguemos superficialmente, por decir algo, respecto al producto que compramos o intentan vendernos, sino que generalmente decidimos la elección en base al discurso o apariencia del comerciante, soslayando la letra pequeña de sus componentes. Y esto vale tanto para la adquisición de una humilde merluza  cuanto para la elección del apartamento veraniego. Cierto que la merluza, salvo si es congelada, carecen de etiqueta que avalen sus méritos alimenticios. Pero huelen, y por algo vinimos con napia incluida de fábrica, para distinguir por el tufillo que desprenden a la  liebre del gato y el chanel número 5 del perfume adquirido a un vendedor callejero. De ahí que lo aconsejable antes de votar el 26J y  pasando de atiborrarse de tanta plétora cantinera, bien directamente impartida por los cabezas de cartel, bien  por sus gregarios o tertulianos de ocasión, que la suelen pintar calva, a la ocasión digo, pasa por detenerse brevemente en la letra pequeña, pidiendo prestada una lupa si menester fuera y escudriñar en el programa, programa, programa, hasta la última tilde, sin olvidar la letra pequeña. Los programas como ya sabemos, en sabia advertencia que dijera el viejo profesor, están para no cumplirse, pero ¿y  si apostamos la elección haciéndoles una lectura al contrario de lo que dicen?. Total si a lo mejor hay que volver a repetirlas.

 

¡ Y también dos huevos duros !

Juan-Solano-Jimenez

Juan Solano Jimenez

Si algo vale como definición genérica para las campañas electorales es su irrealidad. Por mas que la evidencia de los datos reflejen que nos encontramos al limite del endeudamiento económico, en campaña, los mismos que nos asfixiaron elevando los impuestos, en un renovado discurso de trileros, proclaman que esta vez los bajaran. Ello no quiere decir que los posibles votantes, esa tumultuosa clientela errática y desencantada suframos en conjunto de retraso mental. Se trata de algo mucho mas simple: carecemos de la posibilidad real de hacer visible y sonora nuestra disconformidad. Somos simples receptores de información enlatada, al mayor o a granel, pero enlatada. Lo cual que a tratar de resignarse y aceptar con estoicismo otra nueva campaña de màs de lo mismo y si alguien se considera insatisfecho, que no cunda el pánico porque en la tómbola de promesas faranduleras hay màs espacio que en el camarote de los Hermanos Marx, flexible como un acordeón y dónde siempre tendremos la libertad de gritar : ¡ y también dos huevos duros !

Antonio Cano Asperilla – O tempora, o mores

Antonio-Cano-Asperilla

Los sueldos eran de baratillo y para acceder a tan escasa soldada había que hacer largas y entretenidas colas en la Plaza Mayor, donde, como en los lunes al sol, te reencontrabas con personal de variadas hornadas, mas o menos conocido, quienes por estar trasterrados por destino en lejanas atalayas laborales, era difícil la directa y personal interrelación, salvo esas obligadas giras mensuales de saludar a los amigos y dar propina al pagador. Posiblemente fuéramos menos felices y mas pobres de lo que aparentábamos, pero el entorno tabernario de aquel castizo Madrid de los Austrias, seguro que aùn sigue echando de menos la jacarandosa y cíclica turba de funcionarios transhumantes. Leído lo que antecede en tiempos en que pagar con dinero contante y sonante se ha vuelto sospechoso, pudiera parecer que hacen referencia a épocas anteriores a la ultima glaciación. Inmenso error. De entrada, como la OTAN, el Jefe militar por antonomasia hacia años que había pasado a mejor vida y en su lugar bullía la movida. Sí, la movida que vino de la retorica florida de Tierno Galván, coloquialmente conocido como El Viejo Profesor. Quiere decirse que, excepto por la soldada, no estábamos en el cuaternario. Los patrullas eran recios y ruidosos, las mas de las veces, ya lo dije alguna vez, sin calefacción. Pero eramos jóvenes y el cuerpo tenía aguante. Entre aquellos que transitaban por la interminable cola puede que alguna vez coincidiera con Antonio Cano Asperilla, o puede que no. Carecía de importancia porque ambos perteneciamos al grupo de seguridad nocturna, conocidos en el Cuerpo como los chicos de Talavera. De Gabriel Talavera Herrainz, se entiende, carismático jefe de aquella tropa, no de Talavera de la Reina, meca del botijo cocido y el plato de adorno. Aun asì, ya digo, no obstante las noches en que profesionalmente fue forzoso que se cruzaran nuestros destinos, mis recuerdos de Antonio Cano Asperilla son tan difusos y ambiguos como el esbozo que con un rotring punta 0,1 entonces le realice. Tengo constancia de haber coincidido en la misma Unidad en años posteriores. Incluso fui testigo de un accidente laboral que sufrió en los días previos a su anticipada jubilación. Y Hasta creo que fué motivo de infausta noticia, una vez jubilado, en la prensa nacional. A partir de ahì, por mas que quiera profundizar, me atasco. Más aquellos eran los tiempos y aquellas las costumbres. 

Sophia Loren – Cuerpo y alma de estrella

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Sophia Scicolone Villani, Sophia Loren para la posteridad y la gloria , símbolo de una época y máximo referente del naciente cine italiano posterior a la postguerra. De haber nacido en tiempos del gran Leonardo, posiblemente hoy seria el rostro inmortal  de La Gioconda. Pudo haber sido la tabernera del puerto, como en la zarzuela del maestro Sorozábal, dado que su madre abrió una, para matar el hambre y de paso aprovechar la generosa clientela que suponía el trasiego de tanto personal militar americano en el lugar. Pero su lozanía natural y los adecuados consejos la llevaron a Hollywood, que en aquellos tiempos lúgubres de postguerra era un posible pasaporte a la inmortalidad. Premios tiene de sobra, incluido un Óscar y para que a su magnifica y todavía inconclusa biografía no le falte nada, (larga vida para tan gran dama) hasta tiene una condena de cárcel por evasión fiscal. Sin olvidar olvidar el humilde homenaje que el carpetovetónico e inimitable Antonio Molina le hiciera al cantarle aquello de: «y para ver las estrellas, Sophia Loren, es lo mejor«.

 

Richard Nixon

Richard-Nixon

Es bien sabido, por frase de medieval y renombrado ajusticiado, que Castilla hacia a sus hombres y los gastaba. América, por los mismos o diferentes motivos, también. No otro aroma que la fricción y el desgaste permanente se desprenden de la explosiva biografía de Richard Milhous Nixon, trigesimoséptimo presidente de los Estados Unidos, picapleitos de profesión, procedente de una humilde familia de tenderos del medio oeste que a base de tenacidad, astucia y truculencia llegó a sentarse en el sillón del despacho oval de la Casa Blanca durante dos legislaturas, siendo forzado en la última, ante la inminencia de un impeachment, a salir por la puerta de servicio aunque, todo hay que decirlo, sin abandonar su sempiterna sonrisa de jugador de poker que ha sido cogido en un renuncio. En el camino hacia una grandiosa nada, con entrada y salida por el Watergate, y aunque como creyente, por influjo de su madre y tradición, profesaba la religión cuáquera, pacifista por definición, empantanó al mastodóntico e invencible ejercito de Estados Unidos en una impopular y populosa guerra , contra un tercermundista Vietnam, que contra todo pronostico no consiguió ganar, (¿o sí?).Para compensarlo, debe apuntarse en el libro de los haberes, contando siempre  con la inestimable colaboración del omnipresente padre/madre de todas las diplomacias, el enigmático, epigramático y ático doctor Henry Kissinger, abrió las puertas de la milenaria China a Occidente y se hizo amigo de Mao, aquel humilde maestro de escuela que un día emprendiera la larga marcha, autor del libro rojo de su mismo nombre, y según dicen, un experto en cortar bacalao. Mas,  tal como quedó reflejado al inicio, la posteridad es ingrata y hubo de aceptar la generosidad de su sucesor, Gerald Ford, de ser perdonado de toda responsabilidad jurídica durante sus años de mandato, para entrar en un lánguido y dulce ocaso en su rancho californiano donde, ademas de redactar las consabidas memorias, pudo volver a los clásicos y recordar cuan efímeras y pasajeras son las mieles del poder. Falleció a los 81 años de su edad en 1994, tras un fulminante derrame cerebral.

Agapito Martín Galán – Otra jornada más sin novedad

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Tal vez exista pero yo no lo conozco. Me refiero a un análisis, somero, superficial, de andar por casa, que explique las circunstancias político/sociales que propiciaron la puesta en practica de un servicio municipal de seguridad como el que en su día representó la Patrulla Especial de Seguridad Nocturna del Ayuntamiento de Madrid. Hecho mas significativo si partimos de la premisa de que las funciones de las policías municipales de entonces se limitaban a controlar el cumplimento de las ordenanzas, funciones administrativas, regulación del trafico y a ejercer de colaboradores con las policías del estado (aunque no era esa su precisa denominación) en asuntos de seguridad publica. Y mas notoria es la carencia de ese estudio o reflexión histórica de la evolución en las funciones de las policías locales, sabiendo que la iniciativa del Ayuntamiento de Madrid en este campo no fué la única. El Ayuntamiento de Valencia, por las mismas fechas, es decir en los años de la transición, también contó con su policía municipal volcada específicamente a la seguridad. Hubo más consistorios que tomaron medidas similares, lo cual no clarifica, sino que realza la magnitud del enigma. Agapito Martín Galán perteneció a esa rara especie de pioneros en la seguridad municipal, hoy silenciados y olvidados, anteriormente referida. Seguramente su vocación natural le llevara por otros derroteros, tal como gerente de unos grandes almacenes o prior de una orden monacal. Quiere decirse que sus modales eran respetuosos, nunca excesivos, si bien totalmente pragmáticos. Lo que nos da un profesional sin altibajos y un compañero de absoluta fiabilidad. Pero que nadie se equivoque, ningún contratiempo lo encontraba desprevenido y lo que para otros era una situación extraordinaria, para él no pasaba de normal eventualidad. Hoy Agapito pertenece, como supongo que yo para él, al inmenso catálogo de apreciados y entrañables compañeros a los que perdí la pista y que, al evocarle, me recuerda la importancia de ese hecho tan rutinario que consiste alcanzar el final de otra jornada mas, sin novedad.

David Ortego Díez – Uno más de la promoción 25

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No eramos precisamente un parto, pero lo parecía. Llegamos en aluvión, cual bandada de espermatozoides, al polidepotivo Vallehernoso, que se abría como una inmensa placenta de obstáculos a superar: velocidad, salto, pesas, flexibilidad. Nada sobrehumano, simplemente un test para constatar la ausencia de limitaciones físicas a corto y medio plazo, porque en esos nebulosos tiempos de renquear democrático, algo que hoy es impensable, aquellos jóvenes opositores, me atrevo a decir que todos sin excepción, eran opositores con trabajo. De ahí que las diferentes fases de selección fuesen livianas, sin por ello faltar tampoco esos incomprensibles y abstrusos temas, como conocer el nombre de todas y cada una de callejas, calles, aguaduchos y descampados que acordonaban cada distrito de la ciudad. Tampoco el numero de plazas era excesivo, creo recordar que unas 250, las suficientes, sospecho, para dar salida a los presupuestos y mantener en una relativa juventud al conjunto de la plantilla. Y entre aquel tropel de aspirantes despistados se encontraba David Ortego Diez que, a pesar de su connatural nerviosismo ya desde la cuna, y puede que antes, pasó con éxito las diferentes fases de selección. También el periodo de especifica formación: leyes, reglamentos, muchos reglamentos, ordenanzas, mas leyes, algunas batallas cosecha del peculiar profesorado y tras seis meses de horario continuo y ejercicios corporales, a vestirse de domingo y recibir la confirmación. Vamos, que eras un funcionario con derecho a vacaciones pagadas, lo mas lejos Benidorm y con tenacidad y mucha suerte, una suerte milagrosa, hacer carrera en la profesión. David la hizo, por eso en la caricatura luce esos entorchados como de acomodador del Teatro Real, porque pasito a pasito subió algunos peldaños del escalafón. Pero ante todo y sobre todo David fué para mí, y siempre lo será, aquel joven noble, transparente  y entusiasta de la 25 promoción de Policías Municipales del Excelentísimo Ayuntamiento de Madrid. ¡Que jóvenes fuimos, compañeros!.

Jack Nicholson -El rey de la impostura

Jack-Nicholson

Los enigmáticos representantes de la Academia de Hollywood que en ocasiones se la cogen con papel de fumar cuando de conceder su dorada estatuilla se trata, tal como sucediera con los sex simbols de épocas diversas, Paul Newman o Leonardo di Caprio, hicieron una excepción con el truhan y señor John Joseph Nicholson, con sello artistico Jack Nicholson. Sin duda que las tres estatuillas obtenidas, amén de innúmeras nominaciones, son justa recompensa a su indiscutido talento, pero para un perillán que no conoció a su padre hasta los 16 años, que en sus primeros años creyera que su abuela era su madre y su madre era su hermana, esos galardones son pura quincalla comparado con la pureza de diamante en que transformó el carbono de su vida. Aunque quizás simplemente se trató y se trata de una impostura, la peculiar manera de vengarse de este genio de una sociedad que babeaba y babea ante el becerro de oro y hace de la agonía de sus semejantes noticia de portada. El hecho de que su primer Oscar procediera de la impecable interpretación de un inadaptado social, que no perturbado, en Alguien voló sobre el nido del cuco, es posible que hiciera  feliz a Michel Foucault, quien a su vez tanto hiciera por desterrar los prejuicios hacia los denominados enfermos mentales y sus inaceptables e injustificadas reclusiones, a mí sencillamente me deslumbró. Otros muchos talentos ensalzan a Nicholson, como el agradecimiento y la generosidad bien entendida. En su todavía corta existencia, multitud son los astros que engrandecen el septimo arte, pero que hayan hecho que cine y vida se confundan hasta hacerse indiscernibles, solo uno: Jack Nicholson, indiscutible rey de la impostura.