Rafael Nadal, esa leyenda

Nadal, el Titán de Roland Garros por Silvestre Domínguez

La magia de los números no está en su representación gráfica, sino en la simbología, trágica o heroica, que atribuimos a los mismos. Si escribo 12, en abstracto, sin leyenda posterior, y preguntamos en una encuesta al azar, que significado tiene para los entrevistados dichos símbolos numéricos, aquellos que practican la religión católica, tal vez, lo vean como la representación de los apóstoles que compartieron con Jesucristo la mítica última cena previa a la crucifixión. Otros lo entenderán como los jugadores de su equipo favorito de fútbol. Y a los amantes del cine, yo mismo, puede que nos venga a la mente la imagen de un honorable Henry Fonda ejerciendo el papel de jurado en 12 hombres sin piedad (1957). Al increíble y proteico Rafael Nadal, respecto al número de títulos alcanzados en su ya su extensa trayectoria como tenista de élite, sin duda le es perfectamente aplicable la definición de:El increíble deportista creciente. Aumentan sus años y lesiones pero también su capacidad para adaptarse a ellas y seguir incrementando el número de títulos. Dado su carácter austero y poco dado al protagonismo, es improbable que mintiera cuando al inicio de un torneo, por ejemplo este donde ha obtenido su impecable 14 triunfo en Roland Garros, cuando afirmara ante los medios de comunicación su falta de convicción para llegar victorioso a la final, incluso para eliminar tras titánico encuentro, en un nada favorable horario nocturno, pese a sus justificadas protestas impuesto por la organización, a un Novak Djokovic aparentemente pletórico. Pero todo ello fue superado por una tenacidad que ya definí en otra ocasión, inherente a pocos personajes, pero absolutamente constitutiva de la personalidad de Rafael Nadal, cuya singularidad no es otra que ser inmune al desaliento. No es hiperbólico entre los mejores, con el añadido, en directa contradicción con el título que encabeza esta nota, de poseer la facultad de reescribir en presente las páginas de su propio futuro. Como su contrapartida musical La Leyenda de Xanadu (1966), aquella cantada por Dave Dee, Dozy, Beaky, Mick and Tich, el mundo del tenis y el torneo en pista de tierra batida de Roland Garros, ya cuentan con la suya propia, o sea, Rafael Nadal. Pincha aquí

La cruda realidad

Incierto futuro por Silvestre Domínguez

En contra de lo que pudiera deducirse por el contenidos de las últimas notas publicadas en este blog, puedo prometer y prometo, que soy absolutamente partidario de buscar el lado amable de la vida como norma de conducta personal. Pero sin orejeras. Quiere decirse que si lo primero con lo que te encuentras mientras tomas, aún adormilado, la primera taza de café, es la noticia de una nueva masacre de 19 niños en un colegio del Estado de Texas, cometida por por otro adolescente, armado como si el solo, al más puro estilo Rambo, quisiera declarar la Tercera Guerra Mundial, o bien pasas página y repasas los éxitos de el humorista Ibañez, empezando por Mortadelo y Filemón y 13, Rue del Percebe, o decides reflexionar sobre cómo jóvenes en la flor de la edad tomaron el camino del crimen grupal y con ello su propia perdición. Así pues, reflexionas. Y puesto en ello, te viene a la mente el título del último libro del ya desaparecido y brillante historiador Tony Judt, Algo va mal (2010). El perfil más o menos establecido, en esto de la autoría de las masacres colectivas, solía ser el de un varón enloquecido, generalmente de raza blanca y con problemas de desarraigo social, racismo exacerbado, o traumas postbelicos. Desde principios del tercer milenio, y más concretamente el 22 de junio de 2011, cuando el supremacista Anders Breivik, acabó con la vida de 77 personas en el sur de Noruega y que hoy, a parecer, se queja de que en prisión no se respetan sus derechos humanos, la edad de los autores ha bajado significativamente. En cuanto a las motivaciones, digamos que suelen consistir en un revoltijo de sentimientos heridos, complejos de personalidad sin resolver y supuesta defensa de causas ideológicas mal digeridas. A ello hay que unir la facilidad para hacerse con un arsenal que ya hubieran querido para sí los defensores del Álamo. Si a esta cruda realidad le añades plagas, pandemias y conflictos armados entre naciones, actuales y latentes, pues ciertamente, me resulta imposible soslayarla y teorizar sobre el sexo de los ángeles, los conflictos sentimentales de un famos@ accidental, o el último chascarrillo político soltado en el congreso por un expontáne@, sin otro fundamento que arrancar unos aplausos de la bancada. Queda la música, pero por muy de tu agrado o relajante que sea, es terapéuticamente insuficiente para amortiguar el desasosiego provocado por esta deriva de violencia e irracionalidad, que parece ser el sello de este recién inaugurado milenio. En fin, ya Sandro Giacobbe nos advirtió, en su hermosa melodía, Jardín prohibido(1975) que la vida era así, no la había inventado el. Tampoco nosotros Sandro, tampoco nosotros. Pincha aquí

El factor corrector

Factor corrector por Silvestre Dominguez

Un entrañable amigo de larga data me explicaba, tal que ayer, la injusticia de haber nacido para morir. Dado que la supuesta injusticia es universal, simplemente respondí resaltando la suerte que tuvimos de haber conquistado un ovulo entre unos trescientos millones de serpenteantes aspirantes. Para los rezagados en esta singular carrera las puertas efímeras de la vida se cerraron antes de poder tan siquiera llegar a verlas. Trescientos millones de posibilidades existenciales reducidas a la nada. Con el resto de las especies mamíferas a nivel de fecundación, también sucede aquello cantado por la cristalina voz de Agnetha Fältskog, del grupo ABBA, The winner takes it all, o sea que el ganador se lo lleva todo. Así es en apariencia, salvo el factor de corrección. Factor que, sin necesidad de aplicar fórmulas matemáticas enigmáticas para explicarlo, parece ser el deletéreo método aplicado a escala universal con la materia. A mayor masa de una estrella, más posibilidades de desaparecer por efecto de su propio peso, convertida en invisible agujero negro a causa de la fuerza gravitacional. Llevándolo al ámbito humano, no importa cuanto atesores, guardes y trates de blindar para el hipotético futuro, que por esencia te ignora, porque en un impreciso e inevitable momento, el factor corrector entra en escena y tu sales de ella. Todo esto quise decirle a mi entrañable amigo, pero la urgencia del presente nos llevó a otras derivadas con la cruenta guerra de argumento principal, más el continuado cacareo como ruido de fondo de aquellos que, inocente o engreídamente, se creen a salvo de ella. Puro espejismo. El factor corrector es principio y fin de toda fantasía. No guardamos recuerdo de ello, pero en aquella carrera lejana en pos de la fecundación de un ovulo, fuimos testigos de las dos puertas inseparables de todo destino, que en el transcurso del tiempo se transmuta en solo una y esta, a su vez, en Nada. Lo cual que estamos en fase de descuento, quiere decirse musical, buen momento para recordar el breve paso por los escenarios de un dúo conocido como Juán y Junior, entre cuya docena de hermosas canciones hay una por la que siento apego especial, Nada (1967). Pincha aquí

Humor

Caricatura de Charlot con un toque de humor añadido
Charles Chaplin y Jackie Coogan
En una sociedad sana el humor debería ser como el amor: un objetivo a perseguir. Sabido es, según los estudiosos del comportamiento humano, que inteligencia y humor son dos atributos estrechamente unidos. En el terreno personal siempre he desconfiado, o me he mantenido prudentemente alejado, de quienes sólo sonríen en las fotos de compromiso social. Ello no quiere decir que tras el parapeto del humor valga todo. Es justo lo contrario, el débil no puede ver rebajada su condición con un chascarrillo grotesco y sarcástico para mayor gloria y regodeo de los aparentemente fuertes. El gran Federico García Lorca lo entendió como nadie, cuando en homenaje a Ignacio Sanchez Mejías, torero amigo muerto en la plaza, brillantemente le define: ¡Qué blando con las espigas!/ ¡Qué duro con las espuelas! / ¡Qué tierno con el rocío! / ¡ Qué deslumbrante en la feria/. Con Federico, sus taimados asesinos, fueron menos generosos. No otra cosa que humor contra el juicio del futuro es el repetido, ¡Tan largo me lo fiáis!, usado por Tirso de Molina, en El Burlador de Sevilla, o por José Zorrilla, en su don Juan Tenorio. Dicho lo anterior, considero totalmente desmesurado y fuera de lugar que alguien, cualquiera, pueda ser amenazado con la muerte, por contar un chiste, por muy zafio que sea su contenido, y muchos lo son. Humor es asumir que en un momento económicamente bajo de nuestra vida, algo común, puede acontecernos lograr un premio millonario en la lotería y, sin que el banco donde hemos depositado el billete haya dado la conformidad del ingreso, al cruzar la calle, ser victima de un atropello por conductor despistado y, por tardanza en la llegada de los servicios de urgencia, fenecer tristemente entre un corro de mirones desconocidos. Humor fúnebre, claro está. Pero infinitamente más plausible que, naciendo sapo, convertirte en consorte de una belleza con fortuna según tradición popular. Hay límites hasta para el azar. De cualquier manera, por mucho que nos friccionemos el cuero cabelludo ya sabes, dentro de cien años todos calvos.

Misterios

Kiko Rivera
La gran pregunta que directa o indirectamente se hace Woody Allen y que deja plasmada en su inigualable filmografía, es el misterio de la seducción, por qué determinados hombres y mujeres sienten una irresistible atracción, o eso parece, por especímenes del sexo opuesto que, como me comentara un taxista en un cálido paisaje caribeño, más que modelos anatómicos salidos del cincel de Fidias, parecen máquinas de meter miedo. Tal cual lo expresó: máquinas de meter miedo. Pero hete aquí, por esos misterios sin resolver, dignos del profesor Jimenez del Oso, estas criaturas difíciles de mirar son los reyes y reinas del mambo, imbatibles en su poder irresistible de atracción. Comprendo que la fácil explicación es que tienen fama, dinero y más que utilizar a sus conquistas son ellas quienes hacen uso de ell@s como trampolín de proyección. No niego que como destacara el insigne retórico Francisco Quevedo, poderoso caballero es don dinero, pero he conocido máquinas de meter miedo en el límite de la indigencia, con una agenda de conquistas que no desmerecían las un astro del rock and roll. Puede que el secreto esté en las feromonas, esas sustancias químicas responsables en multitud de animales y plantas de producir rechazo o adhesión simplemente por el olor. Nada de perfumes o afeites artificiales a lo Chanel 5, un sudoroso y rancio sobaco puede ser el aroma mas embriagador para quien gusta de las fragancias naturales. Lo cual que lo buscado por Woody Allen y tantos otros teóricos del amor y las 50 sombras de Grey era justamente lo que Carlos Mejía Godoy y los de Palacagüina convirtieron  en emblema musical. ¿Lo recuerdan?. Su pegadiza letra decía así:
Son tus perjumenes mujer,

los que me sulibeyan,

los que me sulibeyan,

son tus perjumenes mujer.

War

Kim Jong-un
Lo de hacer el amor y no la guerra, por mucho que le disguste a Edwin Starr, que se hizo rico con su canción War (1970), es uno de los tantos deseos que florecen para hacer mas llevadera la espera que media entre dos deflagraciones bélicas. Y es que ser expulsado del Paraíso por tu propio creador por culpa de una maldita manzana y pasar de una vida regalada a tener que ganarte el condumio de cada día con el sudor de tu frente, y otros achaques añadidos, es un inicio histórico difícil de superar sin incubar y transmitir a tus descendientes traumas psíquicos irreversibles. ¿El caso Caín Abel?. Lo dicho, que cuando no hay harina todo es garrotazo y mohína. Lo de Sodoma y Gomorra mejor lo paso por alto, que ya se lo curró Donatien Alphonse Francois de Sade ( para los amigos marqués de Sade), con su novela Los 120 días de Sodoma y buen disgusto que se llevó el zagal creyendo, tras la requisación del manuscrito mientras disfrutaba a pan agua y sombra como prisionero de lujo en La Torre de La Bastilla, que la infinita turba de futuros libertinos, golfos y pecadores que en el mundo son y serán, se perderían una de las mas excelsas cumbres literario/sádico/pornográficas surgida de su calenturienta imaginación. Pero como todo lo requisado, siempre que no se trate de dinero, más temprano que tarde termina por aparecer, los amantes de la lascivia y el vicio pueden agradecer su publicación, acaecida en 1904, gracias a la temeraria iniciativa del doctor Eugene Duehren. Aunque todo hay que decirlo, el panfleto de Sade como antídoto pacifista no sirvió de mucho, porque además de entrar directamente al baúl de los libros prohibidos (lndex librorum prohibitorum) los filósofos y filántropos del momento se estaban precalentando para la Primera y Segunda Guerras Mundiales, con un balance de mas de 70 millones de muertos. Como diría el gran Gila, hay que ver con cuanto empeño se mata la gente. Y hasta aquí hemos llegado. Entre War y War, hacemos un descanso y nos vamos al bar.

Humor

Gregorio Esteban Sánchez Fernándes 1932-2017   – Chiquito de la Calzada

Si el hecho de nacer conlleva que en el mismo paquete, como una oferta de grandes almacenes, viene adjunto el certificado de defunción, sin fecha establecida, es obligado reconocer que el primer gag de nuestra vida lo regala la generosa Naturaleza justo en el momento en que te cortan el cordón umbilical. Tal vez de ahí el obligado y esperado berreo con que iniciamos nuestra aventura existencial. Los legendarios romanos, a la par que aclamaban y honraban la victoria de sus generales, les susurraban aquello de memento mori. O sea, disfruta de fiestorro pero no te lo tomes en serio, porque puede que la próxima ceremonia sea la de tu propio sepelio. Llegados aquí debo confesar que desde la mas tierna infancia fui atrapado por el influjo del humor. Mis héroes no conquistaban tierras incógnitas ni luchaban contra crueles tiranos. Podían comerse la suela de su propio zapato, como el gran Charles Chaplin, o soltarte aquello de, la parte contratante de la primera parte…….de los inefables hermanos Marx. Sin olvidar, faltaría, la gran factoría de humoristas con la marca España: Pepe Isbert, Gila, Tony Leblanc y esa larga lista de profesionales de la carcajada o la sonrisa. Mas cercano en el tiempo llegaron los cómicos virtuales y de cabarets, todo un tropel de currantes que se ganaban la vida quitando tensión al personal. Y en esta categoría surgió un día entre los días Chiquito de la Calzada. Llegó en el momento justo. Aunque para el humor todo momento es bueno. Demostró que no importa lo que se diga, sino el modo de decirlo. Palabros como pecadorrr, fistro, ¿te das cuén?, o ¿cómor?, pasaron a ser patrimonio cultural de la hispánica hilaridad. Pero tal que ayer, un anodino 11 de noviembre de 2017, la adjunta segunda parte del contrato vinculado a la natalidad de Gregorio Esteban Sánchez Fernández, exigió su aplicación y con el se llevó a su alias Chiquito de la Calzada.

Humor

Gabriel García Màrquez cuya coincidencia política con Jorge Luis Borges era nula, sugirió en alguna de sus famosas notas de prensa que el motivo por el cual le fue negado el Nobel de Literatura en 1976 al argentino, fue por su desafortunada entrevista con el dictador chileno Augusto Pinochet donde, sin que nadie se lo preguntara ni viniera a cuento, alabo la política del general, gracias a la cual era combatido eficazmente el comunismo por aquellos lares. La explicación de García Márquez a este despropósito verbal de Borges es que se trataba de una boutade humorística, a las que tan dado era el maestro porteño. Como no era ni el momento ni el lugar para tales ironías, incomprensibles para los componentes del sanedrín de académicos suecos responsables de elegir al premiado en la rama de Literatura, Borges perdió su galardón y quedó excluido ad aeternum de la lista de futuros candidatos. Y es que el humor genera confusión cuando se utiliza fuera del apropiado contexto de oyentes. Conocida es la anécdota atribuida a Groucho Marx que al serle comunicado que tenían pendiente acudir a una entrevista de un país latinoamericano en el que se encontraban promocionando una película, respondió raudo, ¿pero sigue siendo el mismo?. Nada despreciable es aquel real o ficticio consejo de ministros cuando Adolfo Suárez  era presidente, en el que Joaquín Garrigues Walker, dirigiéndose a Agustín Rodriguez Sahagún le preguntó, ¡tienes que decirme el nombre de tu peluquero!. Actualmente, estudios neurológicos consideran que el sentido del humor es un rasgo directamente vinculado al coeficiente de inteligencia. Por lo que a mí respecta, el humor, hasta en una ecuación matemática, me es indispensable como estimulo intelectual. En este luctuoso. abrasador y ya finalizado ferragosto de 2017 nos deja Jerry Lewis, grande por muchas facetas personales e imperecedero como maestro de un personalísimo estilo de humor. Como diría Friedrich Niezsche, pero en otro contexto, siempre nos quedará el humor para evadirnos de la descarnada realidad. 

Caducidad

Jerry Lewis

El primer síntoma de caducidad para cualquier ciudadan@ orgulloso de su acervo cultural, es sorprenderse ante las manifestaciones y tendencias de lo nuevo por muy alejadas que se hallen (mucho decir) de su personal trayectoria existencial. Las multitudinarias manifestaciones de el orgullo gay, por ejemplo, despiertan fobias y pasiones con pareja intensidad. Pero suele suceder que quienes màs ardientemente lo critican no dudan en transformarse en frenéticos posesos en las fiestas oficiales de carnaval de su terruño natal. Síntoma impepinable de caducidad. Las exacerbadas calenturas a favor y contra los nacionalismos centrales o periféricos que ponen en en estado prebélico a gente de apariencia pacífica y normal. Síntoma de caducidad. La incomprensión ante la diferencia y el derecho del otro a exhibir y ejercer pacíficamente símbolos o ritos de su patrimonio cultural. Síntoma de caducidad. Aferrarse al pasado como fuente y base inamovible de comportamientos y esencia de valores. Síntoma de caducidad. Considerar la desnudez del cuerpo patrimonio visual exclusivo de sí mismo, el cirujano de guardia, el amante furtivo o la pareja oficial. Síntoma de caducidad. Para no hacer tedioso este prospecto, si tu primera actitud hacia las manifestaciones novedosas de los jóvenes te provocan un rechazo inicial, antes de saber el origen que las motiva, debes hacértelo mirar. Eres candidato, cuando menos, del síntoma irreversible de caducidad. 

Compro, luego existo

el-frac

En este tercer milenio consumista, coletazo del desmadrado siglo xx, si no eres un compulsivo comprador, de esos que pulverizan la tarjeta de crédito de tanto pasarla por la maquinita para que te hagan un chequeo descuento a tu cuenta virtual, eres menos que un paria, eres una triste mediocridad. Nada que ver con la catástrofe sentimental del poeta, tocada aún con los barnices últimos de un romanticismo residual. Sencillamente eres un valor negativo. De nada sirve que trates de justificarte con el fácil argumento de no querer contribuir al aumento de la deuda familiar de ese conglomerado humano llamado Estado Español, que según los entendidos pasa de los 700 mil millones de euros. Pura coartada de pusilánime asustadizo. Hay que gastar, consumir, dilapidar. ¿Y los desahucios?. Riesgos colaterales que dan cancha al periodismo progresista y amargura letal a los afectados. Pero esto es como con las grandes pandemias, una vez pasada y descontados los muertos, a lo mejor un buen escritor, filósofo, o lo que quiera que fuese el  malogrado y nobelizado Albert Camus, hasta se hace una obra maestra, como La Peste. Asì que echémonos al monte, vendamos el rosario de muestra madre y la boina ajada de nuestro abuelo y a consumir. Y nunca mejor que ahora que es tiempo de rebajas.