Tecnología

Cartel Jornadas sobre Seguridad y Tecnología PSF

El próximo 14 de marzo, de 10 de la mañana a las 14 horas, Policías sin Fronteras, en el Salón de Actos del Centro Unificado de Seguridad del Ayuntamiento de Alcorcón, sito en la calle Alfred Nobel 10, ha organizado unas Jornadas, impartidas por cualificados profesionales pertenecientes a empresas punteras en el sector, con el fin de dar a conocer aquellos aspectos que las nuevas tecnologías, de la mano de la Inteligencia Artificial, serán y algunas son, de uso cotidiano por las Administraciones Públicas y los funcionarios de ellas dependientes, para que un valor tan importante como la seguridad de los ciudadanos, quede protegido por actos ilícitos que contra ellos y sus bienes pudieran producirse en el marco de las sociedades democráticas y abiertas como es la nuestra. Bajo esta somera referencia, pudiera deducirse que conocer o ignorar por dónde van los avances prácticos en este complejo terreno de las tecnologías es indiferente. Craso error de perspectiva. Durante las 24 horas que componen el día, somos usuarios, pasivos o activos del nuevo amanecer tecnológico. Lo que desde Policías sin Fronteras pretendemos divulgar con esta iniciativa, son aquellos aspectos ya puestos en marcha, tal como la vigilancia por drones, el uso del big data, o el internet de las cosas, y su directa incidencia en nuestra vida cotidiana. Muchas de las visiones de aquel mundo de fantasía que soñara Julio Verne hace ya más de un siglo, hoy han sido amplia y sutilmente superados por la realidad. Como no podía ser de otra manera, tratándose de un acto organizado por una entidad no gubernamental sin ánimo de lucro, la entrada es libre. Invitado ya estás. Como colofón a esta breve nota, nada mejor que aquella pieza musical creada por Vangelis hace casi 50 años llamada Pulstar (1976). Pincha aquí

Había una vez…….

Caricaturas por Silvestre Domínguez

Fu-Manchú, un villano de ficción

Por aquello de que la naturaleza tiene horror al vacío, si alguien creía que con la paulatina desaparición de los circos de temporada y sus entrañables payasos, nos íbamos a sumir en un interminable aburrimiento plomizo, que se vayan olvidando. Ahí tenemos al aguerrido Jair Bolsonaro, que ante el aumento del número de contagio por el malicioso murciélago en Brasil, no se corta un pelo de su flácido flequillo y directamente les suelta a los críticos, ¡Mesías soy, pero no hago milagros!. Con un par. Al pan pan y al vino agua. El Súper Jefe del Imperio, DonaldTrump, por no ser menos que el de la tira cómica de Mortadelo y Filemón, aprovecha una de sus televisivas comparecencias para sugerir que tal vez un jeringazo de desinfectante y unos potentes rayos de luz servirían para acabar con el engorroso virus. Posteriormente, muy posteriormente, dijo que aquello fue un comentario sarcástico y lo cierto, con o sin sarcasmos es que no duda el autocalificar su gestión de espectacular, pese a la herencia de test obsoletos que dice haber recibido de cuando Obama. Lo dicho, que con o sin carpa, mejor sin ella, el humor del circo mantiene su presencia por caminos inesperados. O no tanto. De China mejor no hablamos, más que por autocensura, por desconocimiento personal de las peculiaridades del humor de tan milenaria cultura, con el añadido engorro de su traducción, aunque siguiendo los estrambóticos mensajes que corren las redes sobre el peligro amarillo, un buen sustituto para paliar la carencia, tal vez sería superable encerrándome en un cuarto del mismo color, y tragarme de un tirón las estrafalarias aventuras de Fu Manchú, aquella malvada criatura empeñada en dominar el mundo y que para su difusión cinematográfica contó con el peculiar rostro londinense de Christopher Lee, todo un clásico en cine B. Menos clásico puede ser el desarrollo programado de nuestro decretado encierro. Ahí si será obligatorio utilizar templanza y sano sentido del humor, que después de jodidos no parece prudente, para la salud como si dijéramos, añadirles el cabreo. Conclusión: los modos, formas y actores han cambiado, ¡pero el circo sigue vivo!. El rincón musical queda para una canción que en su día, allá por finales de los años sesenta del pasado milenio, con la interminable guerra de Vietnam como telón de fondo, fué un clamoroso himno a la paz, Let the sunshine in (1969), hermosa banda sonora de la película Hair (1979). Tan adecuado al presente de entonces como al de hoy. Pincha Aquí

El progreso y sus adalides

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Alphonse Gabriel Capone 1899 – 1947

De entrada esto debería ser la sinopsis de una novela, Adalides del Progreso, escrita por Antonio Gómez Montejano, subinpector del cuerpo de Policía Municipal de Madrid que, de alguna literaria manera, es protagonista de fondo de este singular libro, híbrido entre costumbrismo, novela histórica con un toque de intriga y un lance de amor.  Por cierto, y un poco a contrapelo, en la novela se hace referencia a una corrida de toros, donde forman cartel Lagartijo, Bombita y Machaquito. Este último, Machaquito, era el nombre de una marca de anís apreciada por quien también fuera célebre Alcalde De la Villa en tiempos de la Transición, El viejo profesor Enrique Tierno Galván. Volviendo al libro, hay un protagonista embozado y omnipresente: el automóvil, cuyo papel en la trama, salvando época y decorado, nos trae el aroma de aquel primerizo film de Steven Spielberg, El Diablo sobre ruedas. Muchos y variados son los personajes históricos que ambientan y dan credibilidad, andamiaje y sustancia a la obra, desde un Josè Ortega Manilla, orgulloso director del diario El Imparcial y padre del insigne don José Ortega y Gasset, el impar Valle Inclan con los hermanos Baroja, hasta el incombustible y sempiterno Conde de Romanones. Y como telón de fondo Madrid, que sin dejar de ser el poblachòn manchego descrito por Ramòn Gòmez de la Serna, inicia el despegue urbanístico para transformarse en esa urbe caleidoscópica y compleja que años después cantara Joaquín Sabina con letra tan emblemática como, Pongamos que hablo de Madrid, donde una de sus estrofas, esa que dice, donde regresa siempre el fugitivo, bien puede servir como banda sonora e hilo argumental para esta interesante novela de Antonio Gómez Montejano, Adalides del Progreso. Adjunto enlace del libro a la par que recomiendo su lectura. No os defraudará. 

Mucha mierda

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Ignoro que visiones sirvieron como acicate para estimular la imaginación de Albert Camus para decorar el paisaje del Orán, ciudad, junto con las ratas (el conflicto entre humanos es cosa archisabida) origen del fundamento de su novela La Peste. Pero si el detonante creador fue la mierda, como en Marcel Proust lo fuera el sabor de una magdalena, puedo garantizar que el Madrid actual, con sus interminables boñigas de perro esparcidas por sus calles, plazas, fuentes y jardines, es un interminable filón en espera de autores. Los que en ella vivimos, claro está, preferiríamos menos sustancia excremental, a riesgo de parecer faltos de espíritu creativo. Porque si alguna vez fue cierto, que lo dudo, el dicho :¡de Madrid al cielo!, caso de que siguiera en vigor tan repipi ñoñería, sería imprescindible que en la terminal de llegada a tan idílico lugar hubiera, como mínimo, varias brigadas de ángeles fumigadores para desinfectar al personal. Queda muy oportuno hacer frente a los compromisos con los acreedores, factor prioritario, parece, del actual gobierno municipal de la Capital del Reino. Si ello no es compatible con la higiene de la ciudad, que hagan un referéndum entre los vecinos y pregunten, que prefieren pago de deuda más intereses, o mierda de perro. Por lo que a mi respecta, dado que no pienso opositar al Nobel de Literatura y soy de olfato ultrasensible, la elección no ofrece dudas. También es cierto que, vaya usted a saber por qué razón, en los últimos tiempos, ademas de los vídeo juegos, al personal le ha dado por tener un perro de compañía, o dos. Y resulta que estos animalitos, entre otras costumbres, tienen la peculiaridad de defecar una o dos veces por jornada, generalmente en lugares públicos, allí dónde le venga en gana a su caprichoso intestino. Como nunca he tenido perro, por donación o pecuniariamente adquirido, ignoro si junto a la raza del animalito se adjunta un manual de instrucciones, con las necesidades y obligaciones que conlleva la convivencia con los caninos. Si así no fuera, y algún futuro comprador de peluches con rabo leyera este artículo, máxime si es habitante madrileño, les pido encarecidamente un deseo : por favor cuando el chucho haga sus necesidades, no sean soplagaitas y recojan la mierda del perro.

Freaks – La Parada de los Monstruos

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Aunque no figure en el ranking de las películas mejor valoradas, solo por la valentía de inmortalizar en celuloide un atípico argumento y atreverse, además, a su puesta en escena por un plantel de interpretes tan esperpenticamente anticonvencionales, como los que tuvieron la grandeza y el coraje de actuar en La Parada de los Monstruos, es razón suficiente para considerarla una joya cinematográfica, sin necesidad de utilizar truculentos aditamentos, ni rebuscados efectos especiales. Enfoque directo de uno de las muchos rostro del mundo y sus criaturas, abordado por el genuino director,  Tod Browning, quien a pesar de la crudeza de alguna de sus escenas, las presenta como si se trataran de hechos habituales en la vida cotidiana. Y en cierto modo, al igual que cualesquiera de nosotros, lo son, lo que los hace diferente es la refracción de nuestra mirada. Como era previsible su fracaso en taquilla fué absoluto, asì como múltiples los escándalos y polémicas generadas a causa de sus proyecciones. El Reino Unido, cuya sociedad se extasiaba con historias de terror y vampiros, como Dracula o El extraño caso del doctor Jekyll y el míster Hyde, y que contó con la primicia de que en los suburbios londinenses aflorara el primer asesino en serie con proyección internacional, el enigmático y todavìa no identificado , no le supuso ninguna contradiccion decretar, que durante años, Freaks no obtuviera autorización para ser visionada en sus salas. Ellos se lo perdieron. Hoy los monstruos que nos habitan son infinitamente mas destructivos y se ocultan en los perfiles indiscernibles de la más absoluta normalidad. Nada que ver con aquellos candorosos seres nacidos para el circo o el olvido, de aspecto desmedrado y alma de cristal, protagonistas inolvidables de la mal llamada, en nuestro idioma “ La Parada de los Monstruos”, una película cuya visión recomiendo, siempre que se afronte con con la mente transparente y libre de prejuicios. Porque como dijera el arquitecto/filosofo Max Fisch, a pesar de las apariencias, los cuerpos son honrados.

 

Letra pequeña

Gerard-Depardieu

Aquella genial escena de Una Noche en la Opera, con Groucho y Chico interpretando a dos enloquecidos tuercebotas leyendo las clausulas infinitas y redundantes de un absurdo acuerdo, plagado de partes de primera, segunda y tercera parte contratante de la parte contratante de la consiguiente parte, más que reflejo caricaturesco del enmohecido ayer, en una pieza de turgente y lacerante actualidad. ¿En  base a qué me atrevo a tal manifestación?. Pues a la abisal distancia entre nuestra cotidiana relacion los hechos que vivimos y la directa o posterior interpretación que de ellos hacemos. No ya es que indaguemos superficialmente, por decir algo, respecto al producto que compramos o intentan vendernos, sino que generalmente decidimos la elección en base al discurso o apariencia del comerciante, soslayando la letra pequeña de sus componentes. Y esto vale tanto para la adquisición de una humilde merluza  cuanto para la elección del apartamento veraniego. Cierto que la merluza, salvo si es congelada, carecen de etiqueta que avalen sus méritos alimenticios. Pero huelen, y por algo vinimos con napia incluida de fábrica, para distinguir por el tufillo que desprenden a la  liebre del gato y el chanel número 5 del perfume adquirido a un vendedor callejero. De ahí que lo aconsejable antes de votar el 26J y  pasando de atiborrarse de tanta plétora cantinera, bien directamente impartida por los cabezas de cartel, bien  por sus gregarios o tertulianos de ocasión, que la suelen pintar calva, a la ocasión digo, pasa por detenerse brevemente en la letra pequeña, pidiendo prestada una lupa si menester fuera y escudriñar en el programa, programa, programa, hasta la última tilde, sin olvidar la letra pequeña. Los programas como ya sabemos, en sabia advertencia que dijera el viejo profesor, están para no cumplirse, pero ¿y  si apostamos la elección haciéndoles una lectura al contrario de lo que dicen?. Total si a lo mejor hay que volver a repetirlas.

 

Despeje de balón

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Cuando el resultado de un acuerdo requiere la participación de varias partes, lo normal es que cada una de ellas terminen cantándote, juntas o por separado, el estribillo de esa edulcorada canción que decía, te quiero mucho, te quiero mucho, corazón, pero se necesita otra opinión. Aunque en el fondo se están desentendiendo del asunto, debe reconocerseles gentileza y respeto al uso de sutilezas y rituales formales: muchas sonrisas, fotos y notas para la prensa, se estudiara con cariño lo vuestro, ya sabéis, pero no olvidaros que la respuesta definitiva no es nuestra, depende de otros. A estas piruetas de entretenimiento Puskas el grande las llamaba despeje de balón a banda y en tiempos de Larra, que no se andaban por las ramas, lo zanjaban con un hosco y escueto, vuelva usted mañana. Que era tanto como decir, no te enrolles Charles Boyer, que de lo vuestro no hay nada. Llegados a este punto es imprescindible recordar, sobre todo si el trasfondo negociador conlleva apartados con cargo a caja, general o particular, que para el caso lo mismo da, el lapidario, definidor y definitivo principio establecido por don Carlos Marx para este tipo de cosas: la Historia, además de dialectica, es económica. Ahí nos duele don Carlos. Mucho renegar de usted y las derivas estalinianas de su invento político/sociológico y al final hasta  Donald Trump, el hombre del flequillo volandero,  recurre a sus teorias para explicar la actualidad. Lo dicho, si vuestro caso fuera similar al descrito, o sea negociación a tres bandas con un único objetivo, ya sea jubilación anticipada  u otro caso similar, me temo que el resultado es previsible: un despeje de balón.

La Presa – Cuando ruge la Marabunta

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Salvo excepciones de innecesaria explicación todos, si las circunstancias nos son adversas, entramos en la aleatoria categoría de presa. O sea y para entendernos, alguien cuyo acoso y derribo interesa escenificar. Digo bien, escenificar, que como bien nos ilustrara Michel Foucault en su canónico libro, vigilar y castigar, la busca, captura y ejecución del hombre por el hombre, siempre tuvo la adhesión del gran publico. El circo romano, con su parafernalia de leones, gladiadores y la multitud pidiendo sangre, mas sangre, son antecedentes históricos de lo que digo. Ahora todo es mas aséptico y no es necesario, al menos en el mundo civilizado, hacer exhibición directa de las vísceras de los acusados. Basta con detallar minuciosa y públicamente, si es con tertulia incluida en horario de máxima audiencia mejor, los pormenores de cómo pudo hacerse con semejante fortuna el acusado, con especial mención a previo y escandaloso convoluto en los que hubiera participado, incluyendo cuentas bancarias en islas caimaneras o galápagos despistados. Tampoco es novedoso que quienes un día fueron colaboradores y grandes amigos, terminen enfrentados y enfangados como rivales encarnizados en los juzgados. O peor aun, como Julio Cesar y Cneo Pompeyo,  que incendiaron Roma con su trifulca cambiando con ello, seguramente, la posterior historia de la humanidad. Comparado con aquellos desafueros esto de ahora, Los Wikileaks, Lista Faciani y otras varias corruptelas, son pura chuminada. Eso sí, al que le toca el papel de presa, como cuando ruge la marabumta, queda jodido de verdad.

Santiago Bustos Fernández – Cabalgando el tigre

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Hay seres humanos que han nacido con voluntad de ejercer la oposición, como actitud de comportamiento existencial. Otros, de modo inverso, ponen toda su pasión y energía a la tarea de ejercer el poder, aunque sea de humilde capataz en un almacén de embutidos. A largo plazo cualquiera de las dos actitudes es igual de estéril, si bien, con los matices obligados, prefiero la compañía del inconformista. Santiago Bustos Fernàndez, mano de hierro para los íntimos, podríamos considerarlo un híbrido entre entre ambos perfiles. De una parte, cuando por razones de profesión estaba obligado a impartir ordenes, exigía ser puntualmente obedecido y de otra, a nada que le hicieran un planteamiento convincente respecto a la oportunidad de las mismas era capaz de cuestionar sus primitivas decisiones. Con este complejo y peculiar temperamento, lo natural era que allá cuando los primeros embriones de asociacionismo profesional en las policías municipales se organizaron, aquellos que tenían capacidad para orquestarlo pensaran en Santiago Bustos. Esto fuè lo que sucedió con la Asociación de Policía Municipal del Ayuntamiento de Madrid. Ahora bien, es imprescindible una precisión. Si quienes contaron con él por su espíritu enérgico e intrépido pensaban sometimiento y docilidad sin reservas, se equivocaron completamente. Doy fe de ello porque participe mano a mano con Santiago y otros entrañables compañeros en aquella legendaria aventura. Noches de blanco satén pegando carteles, esparciendo octavillas, dando charlas circulares por las múltiples unidades de cuando entonces, o participando en la implantación del Sindicato Profesional de Policía Local por los cuatro puntos cardinales del mapa. Posteriormente, por esas cosas que pasan, nos adentramos en el jardín de senderos que se bifurcan. Pero de un modo u otro nunca estuvimos excesivamente alejados. En su nueva faceta de jubilado, Santiago sigue cabalgando el tigre del inconformismo. Ni admite, ni puede ser reprogramado. Salvo imponderables, todavía le quedan capítulos que añadir a su contestataria y reivindicativa biografía. Hay cantantes de rock mas zurrados que el pateando el escenario.

Hombres máquinas

Pasar-la-ITV

Todas las obsesiones del ser humano parten de un mismo germen: la certeza de su mortalidad. Cualquier iniciativa que emprenda, desde escalar el Everest, hasta la mas arriesgada y atrevida aventura espacial, no son màs que subterfugios para tratar de mitigar los efectos perturbadores de ese angustioso e inevitable acontecimiento fatal. Incluso el suicidio, negación directa de toda esperanza, es un canto frustrado de ansias de vida ilimitada no correspondida, por parte de quien lo realiza. Si de cualquier manera el final es imparable, decidir al menos la coartada y el momento de acabar. Y como quiera que hasta esta mañana, 28 de mayo soleado y de pasión futbolera, no hay evidencias de romper con el maleficio de la caducidad, pues la industria cibernética, en sus infinitas y, me temo, que estériles variantes, se ha lanzado a tumba abierta para la fabricación del hombres/mujeres máquinas. No està claro, caso de llegar a buen termino este entretenimiento demiurgico, si los replicantes resultantes deberán ser rigurosamente censados y sometidos al pago de impuestos. Pero viendo como està el panorama político/económico, incluida Venezuela, salvo que nuestros parientes de laboratorio se rijan por el principio de consumo cero, tendencia cada vez mas general entre los ciudadanos de naturaleza biológico/evolutiva, pues a pasar por caja, mis queridos androides, que vais a enteraros de la verdadera ley universal de la gravedad: el pago de impuestos. Mas o menos esto es lo que le ha venido a decir el candidato Sanchez en la reunión que mantuvo ayer con un grupo de empresarios en el Circulo de Economía de Sitges: «Lo más importante es decir la verdad a los españoles. España no va a poder bajar los impuestos. «. Otra cosa es lo que luego diga en campaña, que esto los discursos tiene mucho que ver con los tiempos y el personal que compone el auditorio. Por lo demás, ya lo dijo Tierno Galván, insigne y viejo profesor, las promesas electorales están para no cumplirse. En cuanto a los hombres máquina, me parece una estúpida redundancia investigar para crearlos. ¿Acaso de alguna manera no lo somos ya nosotros?. Habría que saberlo.

El pantano

El-pantano

Un viejo amigo, sindicalista primitivo de los lejanos tiempos del Cuerpo Superior de Policía, dado a las metáforas y lector de Carlos Castaneda, me decía, mas o menos, que cuando un hecho te afecta directa y negativamente, o sea como una china en pie con botas, y no es producto del azar, sino de una meditada decisión personal, lo primera reflexión que debes hacer es ¿por qué razones estabas allí?. Si era una obligación profesional, debes apechugar con las consecuencias. Si por curiosidad, no olvides que por causa de ella murió el gato. Con ello quiero decir lo que refleja el dibujo que sirve de encabezamiento al texto, que en tiempos mas convulsos y eléctricos de mi biografía creí necesario realizar y poner en lugar visible en un prestado, amplio y desmesurado despacho puesto a disposición del cargo sindical que entonces representaba, en la céntrica y aristocrática calle  Fernando el Santo; dibujo que en la actualidad, como un emblema personal, aún me sigue acompañando. Un cocodrilo en su hábitat natural: el pantano. Hasta en las màs placidas biografías seguro que se dan situaciones confusas, complejas y difusas, con necesidad de abogado para confundirlas màs. Si ya de entrada eres amante de pisar charcos que no estaban en tu camino, lo aconsejable es que montes una tintorería. Por lo demás tampoco hay que dramatizar las situaciones, que si llegan a ser irreparables, quizás la causa obedezca a exceso de soberbia de alguna de las partes, o a entender el dialogo como claudicación. Como dijera el filósofo, retroceder no es rendirse, sino avanzar en dirección contraria. Y esto es lo que hay. En un mundo en permanente cambio, hasta el mas placentero lugar, sin que nada lo anticipe, es susceptible de convertirse en un pantano, desde las relaciones entre amigos, hasta la convivencia en un hogar de ancianos. Cuando Robert Louis Stevenson escribió El Extraño caso del Doctor Jekyll y el señor Hyde, sabía de lo que hablaba. Aquí lo dejo, oigo ruidos y puede que sea el cocodrilo que ha escapado de la bañera.