Líneas rojas

Mejor lo dejamos por Silvestre Domínguez

La primera línea roja, de la que aún se especula sobre circunstancia y lugar, fue cuando la materia se puso en fase de autorreplicacion biológica informativa y dio origen a la vida, provocando el hasta ahora no resuelto enigma cósmico. Sin ese inexplicable salto todo, absolutamente todo, hasta esta superficial e intrascendente nota, no habría tenido lugar. Pero, mira tú por dónde, aquí estamos y, aunque quizás ramplona y anodina, cada cual tiene su particular biografía, y por hábito o rutina, hemos adquirido la tendencia a ensamblarla con el tiempo y los acontecimientos que la acompañaron. Casi cualquier cosa es válida para entretener la espera que va del cigoto a la definitiva y deletérea calavera. Creerse Napoleón figura entre los argumentos ya experimentados, con miles de anónimos sucedáneos de imitación, sin la monstruosa grandeza de algunas hechos adjudicados al original, como el clamor de un puñado de victorias, la debacle sufrida por el invierno de las estepas rusas, más la insuperable derrota que le propinara  el arrogante Duque de Wellington, un infausto 26 de febrero de 1815 en Waterloo, hecho que marcó la línea roja definitiva para aquel pequeño corso cuyo destino, sin duda, superó sus iniciales expectativas, hasta que, años atrás, un prolongado y azuzado malestar social, hizo implosionar las petrificadas y vetustas estructuras sociales monárquicas de Francia y, tal que el año 1792, los tenderos, artesanos y profesionales varios asentados en los burgos, entendieron que era llegado su momento y nada mejor para derruirlas, mediante la que sería considerada por la posteridad como Revolución por antonomasia, que contratar los servicios de un general con pretensiones de emperador. Traspasar líneas rojas se ha convertido en un ritual. Similar al de la ruleta rusa. Con una sutil diferencia. Contrariamente al juego suicida, donde el autor es consciente en todo momento del posible resultado, con las líneas rojas el interesad@ se entera por la prensa, o por  comunicado judicial, tras secreta investigación policial, de un real o presunto hecho delictivo. Y hablando de Ruleta Rusa, tal fue el título de un álbum que en 1984 pusiera en el mercado Joaquín Sabina, y entre las entrañables canciones que contiene, Pisa el acelerador, me agrada especialmente. Pincha aquí 

China

Mascarillas & CIA por Silvestre Domínguez

Por una cosa o por veinte las huellas de China a lo largo y ancho del espacio y del tiempo rozan lo infinito, siendo el comercio, antes que la guerra, el principal rasgo distintivo de este aventurero y ancestral pueblo en sus milenarias interrelaciones con el resto del mundo. Cuando Alejandro Magno emprendió la conquista de Persia, antes que sus casi invencibles ejércitos hollaran las inmensas llanuras de Asia Central, impulsado por la búsqueda del oro y la gloria a través de las armas y la conquista, la itinerante, peculiar y pacífica ruta de la seda, con sus cargamentos de diamantes, marfil, jade, especias y telas exóticas, ya había pasado por allí. En cuanto a la ascendencia de los indios que poblaban los distintos territorios de América, tanto del Norte como del Sur, estudios sobre la huella genética de sus poblaciones, los vincula con varias migraciones que, procedentes de Mongolia y el norte de la actual China, cruzaron el estrecho de Bering, brazo de mar ubicado entre Siberia y Alaska, entre 10.000 y 30.000 años atrás. Esta incontrovertible evidencia hace de los pueblos asiáticos, no de los europeos, los verdaderos descubridores del Continente Americano. Valga este somero apunte de historia geopolítica elemental, para saber por dónde soplan los monzones del futuro. En cuanto al cercano presente político, jurídico, mediático y social que vivimos en estas tierras carpetovetónicas, marcados por un incesante trasiego de mascarillas, que de mano en mano van, y en el camino su moneda dejan, pues parece que la mayoría de ellas, de un bando y de otro, procedían, como el jade, y las telas de seda, de China. De la misma misteriosa nación que en los años del cine negro, a modo de humorada se decía: ¡eso que cuentas tiene más trampas que una película de chinos!. Las mascarillas también. Y del destino las comisiones, paciencia, mejor esperar a la resolución de los sumarios. Perdonen la anterior inmodestia, pero en mi humilde experiencia, de esto conocí algo. En fin, si antes comentamos sobre China, en cuestión musical estamos marcados por nuestras directas vivencias, y las mías, definitivamente, se forjaron en esa singular ciudad mesetaria para la que Joaquín Sabina escribió la letra de lo que más que una canción es un himno, Pongamos que hablo de Madrid (1980). Pincha aquí

Joaquín Sabina

Mano alzada finalizado en Photoshop

El arte de negar

No digo que sea el caso, más llegar a conformista, dentro de un orden, tras haber pasado la vida negando una cosa y su contraria, tal vez sea un buen método de conducta antes de la inevitable caída del telón. La última canción de Joaquin Sabina, Lo niego todo, parece apuntar a este radical refugio de teatral escepticismo y conformismo fingido. Escuchada entre líneas, cual poema sonoro que es, te percatas de los socarrones guiños sutilmente ofrecidos al buen entendedor, a ese que pocas palabras bastan para entender el fondo del asunto. Yo, solamente yo, parece querer decirnos, soy el dueño de las aristas y secretos de mi vida. Incluso de su fingida verdad. Cada cual es responsable de interpretar como mejor quiera, las delatoras migas que sus canciones y las interesadas noticias esparcieron a lo largo del camino de su larga trayectoria profesional, cual si marcaran de modo indeleble los complejos perfiles de una vida. Esa que hoy, por rebeldía, cansancio, o lo que fuera, como hacen los grandes poetas, el propio Joaquín Sabina, en una entrañable canción, ha decidido negar. Me confieso seguidor de estos juglares conocidos como cantautores, sobre todo de aquellos que basan su repertorio en creaciones propias, léase Javier Krahe, Joan Manuel Serrat, Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Joaquin Sabina más los legendarios padres putativos, tal que Bob Dylan, Jacques Brel y el inconmensurable Georges Brassens. A su especial modo y manera, Don Francisco de Quevedo y Villegas, sin forzar el prototipo, puede dignamente ser incluido en la lista, de esa incompleta cofradía. En tiempos de plomo y ceniza, generalmente casi todos lo son, un cantautor puede servir de alivio a la estrechez mental impuesta por el sistema. A su modo y manera, los existencialistas franceses, más que filósofos ejercieron de cantautores populistas. La imagen de un septuagenario Jean Paul Sartré encabezando las manifestaciones de Mayo del 68, son un gráfico ejemplo de ello. Sin olvidar que lo mejor de la obra de estos cantautores en prosa, si creemos lo que de ellos dice la historia, fue labrada en las mesas de café, envueltos en nubes de pernicioso tabaco, y hermosas ninfas admiradoras. Lo dicho, cantautores. Inversamente, Joaquin Sabina puede ser considerado, sin demérito alguno, un creador de poesía existencialista. El, junto a Joan Manuel Serrat, son actualmente el ejemplo vivo más egregio en nuestro país, de algo tan difícil de encontrar, como es una fidelidad sin concesiones a la propia biografía. Hoy tengo fácil la elección musical, Sabina, negando, afirmando todo. Pincha aquí

Alguien Cantó

Ignacio Fernández Sánchez – Tony Leblanc

Para los incondicionales de la obra literaria de Jorge Luis Borges, entre los que me encuadro, ya dejó escrito tiempo ha, que desde la irrupción de los grandes escritores rusos, escrupulosos y prolijos en bucear y describir la psique más íntima de sus torturados personajes, nada debería sorprendernos respecto a la ductilidad del ser humano en decir una cosa y su contrario, saltar de una opción política a otra, sin apenas distancia en el tiempo entre sus actos y afirmaciones, y tratar de convencernos, por muy peregrinos que fueren los travestismos o circunstancias a enjuiciar, para estos singulares ejemplares, sus acciones cuentan siempre con el aval de la razón. Sabido es que los legendarios sofistas griegos efectuaban ejercicios discursivos similares, pero previo pago y para ejercitar el ingenio. Son tan líquidos los tiempos qué vivimos, con la venia de Zygmunt Baumam, que antes de partir algunos ya llegaron a la meta. Los pretendidos chascarrillos del inefable Groucho Marx, motivo de hilaridad en su momento, deberían ser estudiados como condensados filosóficos, por ejemplo esta sintetizada descripción con la que, en una de las primeras escenas de Una Noche en la Ópera después de ser sorprendido compartiendo mesa con una rubia de rompe y rasga, pretende halagar a la madura millonaria Margaret Dumont, que hace el papel de una empresaria millonaria, y a quien ha dejado plantada :¡Cada vez que la miraba a ella, todo en ella me recordaba a usted, excepto usted!. Pues eso. Decir digo o Diego dependiendo momento y oportunidad. El público es olvidadizo y la publicidad, machacona y reiteradamente utilizada, ya desde la aparición en el mundo del espectáculo del polifacético y multimillonario empresario circense, Phineas Taylor Barnum, allá en el siglo XIX , se ha comprobado que roza la capacidad de hacer milagros. Si bien, en su descargo, no obstante ejercer de político ocasional, Barnum nunca ocultó que lo más importante para él consistía en tener los bolsillos llenos de dinero. Hoy, el lenguaraz empresario Phineas T. Barnum. al igual que otros tantos actuales millonarios de renombre, su alternativa a invertir en hombres pájaro, elefantes y payasos, puede que optara por algo tan limpio, productivo y simple como las criptomonedas. Aunque bien mirado, tal como intuyera genialmente William Shakespeare, El Mayor Espectáculo del Mundo, la vida en sí, es un enorme circo dónde todos, conscientemente o no, interpretamos un papel cuyo argumento final es humo y aire. Y para hablar de Madrid, próximas las elecciones a la Comunidad, mejor que los profesionales de la política, yo sugeriría que lo hiciera la voz de un trovador. Seguramente el mismo que cuando Matt Monro, totalmente acaramelado, pensaba decirle unas palabras a su chica, ¡zas!, entra la orquesta y Alguien Cantó (1969). Algo que nunca hubiera ocurrido con Joaquin Sabina interpretando, Pongamos que hablo de Madrid (1980). Pincha aquí

Intriga

Caricatura de Joaquin Sabina por Silvestre Domínguez

Joaquín Sabina – Un trovador de asfalto

Repetir que la Historia es dialéctica y económica, o a la inversa, aparte de una obligada reivindicación del tergiversado pensador que fuera Carlos Marx, es constatar que si hay parné por medio, hasta los más inmorales retornan raudos al reino de la santidad. El, ¡que hay de lo mío!, bien podría figurar como referencia obligada en todo contrato, para posteriormente, si las cosas se torcieran, que se tuercen, despejar las dudas en sede judicial. Viene este introito a cuento de lo que un tal Akram, de 27 años y profesión transportador de seres humanos en patera de África a Canarias, estaría dispuesto a arrumbar su barcaza, siempre que la UE le recompensara económicamente por tan humanitaria decisión, según cuenta a cara tapada, gafas oscuras y gorra, en entrevista recogida por Xavier Aldekoa en LA VANGUARDIA, 13/12/2001. Dado que entre el pasado mes de octubre y noviembre sus beneficios han sido de unos 70.000 euros, ya conocemos la tarifa de Akram si alguien le propone cambiar de profesión. Pero Akram no deja de ser una minúscula partícula en el complejo entramado de intereses contrapuestos, y pocas veces humanitarios, que hacen girar el mundo. En última instancia, si el duerme con la conciencia tranquila, ¿quien soy yo para juzgarlo?. Es un seguidor más de las leyes del mercado que, por si alguien lo ignoraba, no tiene corazón, solo intereses. De alguna manera, como cantara Luis Eduardo Aute, por acción, silencio u omisión, todos somos corresponsables de la perpetua Historia Universal de la Infamia del ser humano contra el planeta que lo cobija y su misma especie. Tristemente, el reciente fallecimiento del gran escritor David John Cornwell, alias John Le Carré, a los 89 años de su edad, nos deja pendiente de autor la ejecución de esa novela que el incierto futuro de este siglo XXI reclama. Porque más que de buenos, malos y peores, la aventura de este prímate sin pelos que somos, lo que mejor le cuadra es un folletín con argumento de intriga. A los niños procuramos impedirles y advertirles que jugar con fuego es peligroso pero, ¿Quién sabe el peligro latente que nos aguarda por haber manipulado y desentrañado los secretos más recónditos del corazón de la materia?. El tiempo lo dirá. De ese tiempo que un descontrolado virus ha revuelto y congelado este atípico año 2020, muy similar a ese otro cantado por Joaquín Sabina, cuyo título y estribillo premonitoriamente anticipara, ¿Quién me ha robado el mes de abril? (1988). A mí que me registren. Pincha aquí

Decir amigo

Humor por Silvestre Dominguez

Desajuste sonoro

Quien tiene un amigo tiene un tesoro, reza un adagio popular. Perder un amigo, por más que la distancia nos tuviera apartados, empobrece tu presente, tu pasado y condiciona el improbable futuro. Una de las terribles huellas externas e internas que dejará la invisible pandemia, consistirá en el lacerante y persistente dolor provocado con el fundido en negro de los amigos que silenciosamente se fueron. No es solamente que nos hayan robado el mes de abril, cual romántico quejido poético en memorable balada de Joaquín Sabina, es que nos han borrado para siempre el sonido de una voz, las facciones de un rostro, y hasta los recuerdos del ayer. Según los geólogos, hacer diamantes del carbono requiere de ciertos estados de profundidad y calor al crisol de La Tierra. Cultivar un amigo lleva toda una vida, por eso nos llega hasta lo más hondo el comienzo de esa sevillana de letra tan lapidaria: algo se muere en el alma cuando un amigo se va. Los griegos, que tanto honraron la amistad, regaron de lágrimas los ojos del desconsolado Aquiles cuando este supo de la muerte de Patroclo, entrañable amigo cuyos huesos, ya polvo enamorado, volverían a encontrarse tras las sombras del reino de Hades. Ya sea por trueno, fuego, terremoto, virus o simple paso del tiempo, nuestra duración personal es limitada. Sin necesidad de sumarle los riesgos imprevistos del azar. Ante esta definitiva certidumbre, me resisto a malgastar un minuto expandiendo chismes de patio de corrala que ni curan, ni consuelan, todo lo más enturbian de toxinas insalubres una ya de por sí insalubre actualidad. Si nadie pudo salvar a los que se fueron, todo reproche que no aporte soluciones comprobables para salir o paliar la crisis que nos cerca, es un estéril grito de impotencia ante la imparable adversidad. Hasta tanto la neblina de incertidumbre se disipa del panorama actual, antes que a la protesta improductiva y baldía, me adhiero al silencio en respetuoso homenaje a quienes nos dejaron, o en soledad y resguardado bajo el paraguas sonoro del soberbio canto a la amistad, cual es: With A Little Help From My Friends (1967), firmada por John Lennon y Paul McCartney, e interpretada por la inconfundible y rotunda voz de Joe Cocker. Pincha aquí

Dividir para sumar

Caricatura de Joaquin Sabina

Joaquín Sabina

Cuando niño nos enseñaron que dividir en porciones una tarta, tableta de chocolate, o el modesto sueldo semanal que nos daba el abuelo era reducir el todo. Pero estábamos equivocados. Pitágoras y sus sucesores fueron unos pardillos que vieron en la aritmética una modalidad de pasatiempo sin fines concretos, excepto para regocijo de su personal intelecto. Para sumar, lo que se dice sumar, primero hay que fragmentar, dividir, atomizar. Después, esas mismas partes, previamente purgadas de impurezas, se vuelven a unir y el resultado, pareciendo el mismo, tiene ahora mayor densidad, consistencia, pureza y calidad. Esto es lo que han descubierto nuestros próceres políticos. Ningún partido está completo si previamente no se ha segmentado. Es indiferente el espectro político elegido. Fragmenta, une y luego gana. Por descontado que aquellos que verdaderamente buscan beneficios, plusvalías, dividendos y resultados, o sea el mundo crematístico/financiero, siguen utilizando las cuatro reglas elementales, más la letra pequeña que se sale del guión pero ayuda a su señor. Y es que el ejercicio de la política, como la retórica, tiene sus propias normas que el común de los mortales desconocemos. Por ejemplo, cualquier piernas irredento, como el autor de esta glosa, entiende que vas a unas elecciones, las ganas, exprimes el magín y formas gobierno. Eso es lo que siempre creímos, incluso tras las geniales parodias de Tip y Coll. Error, inmenso error, nos diría don Ricardo de la Cierva. Se gana, se ramonea, se divaga y en una acción de magistral estrategia, se repiten elecciones. Los mismos y las mismas, más los posibles segmentados. Con los mismos programas, idénticos caretos, como Anacleto y el mismo objetivo: volver a ganar para gobernar. ¿La razón pura de Kant?. Al retrete con las purezas razonables y sus defensores. ¿El sentido común?. Otra de lo mismo para esta entelequia intelectual, que ya dejó claro Bruce Willis en el sexto sentido, que hay más cosas en la trastienda que en el escaparate. Estamos en la transmodernidad. Pide lo mismo dos veces y recibirás lo que antes te daban con una petición. Lo que cinematográficamente se conoce por remake. Pero con la salvedad de alguna cosilla, que diría Mariano Rajoy. Los remakes al uso mantienen la esencia del relato, en diferentes tiempos y con actores renovados. Inútil gasto. Estos romanos están locos, nos respondería Obelix. Y es que Obelix, como buen galo comilón, entre asado de jabalí y jabalí, no tuvo tiempo de leer la sentencia de su eximio rival, Julio Cesar : ¡divide e impera!. He ahí el fondo de la cuestión. Con otra melodía y su conocido ingenio, Joaquín Sabina, que está a todas, ya lo advirtió en Círculos viciosos (1980). Pincha aquí

El armario

Francisco Franco Bahamonde   1892 – 1975

Según sabia y melódica recomendación de Joaquin Sabina, es imprudente meterse en el armario si tienes un lío carnal con la mujer de un comisario. Los armarios son un anacronismo desde cualquier punto de vista. Y además estéticamente recuerdan la estructura, en vertical, de un ataúd. En los últimos tiempos hay tanta gente saliendo del armario, que parece como si una segunda sociedad hubiera estado atrincherada en un camarote de los Hermanos Marx, esperando los dos huevos duros en oscura clandestinidad de identidad sexual. Hoy, además de la decadencia comercial y de diseño del armario como elemento ornamental, el personal prefiere directamente el despelote y respirar en libertad su tendencia sexual. Otro motivo añadido que corrobora la teoría darwiniana de la evolución natural. ¿Alguien ha visto algún documental donde los monos, de la especie que se quiera, se oculten en parapetos vegetales similares a un armario, para dar rienda suelta a sus pulsiones sexuales?. En esto, y en muchas otras cosas, Chita era infinitamente menos artificial que Tarzan. Que en la práctica no tenia propiamente un armario, me estoy refiriendo a Tarzan, pero como fiel ejemplar del mono blanco y sin pelo que era, se había procurado una especie de choza en lo alto del selvático arbolado, que lo hacía pasar por una aproximada estructura de armario singular. Este año 2017, desde el 22 de junio hasta el próximo 2 de julio, Madrid será la sede del World Pride, máxima expresión popular del Orgullo Gay. Como en toda grandiosa, extensa en el tiempo, y multitudinaria en numero de participantes, las reflexiones sobre este evento se prevén  pintorescas, amenas, contradictorias, y variadas. Pero mejor esta explosión de turgente vida carnal libremente expresada , pese a los inconvenientes colaterales inevitables, que aceptar sumisa e hipócritamente el hecho de que media humanidad viva oculta en las catacumbas morales de un simbólico, claustrofóbico y puritano armario.