Cosas veredes

Madrid intemporal por Silvestre Domínguez

No ha pasado tanto tiempo, ni las cosas son tan diferentes, de cuando los mercachifles itinerantes que ofrecían pócimas y mejunjes casi milagrosos, cruzando aldeas y caminos polvorientos, reunían expectantes vecinos en las plazas de los pueblos explicando la suerte que tuvieron por ser de los pocos afortunados en beneficiarse de las mágicas propiedades del contenido del tarro que podía ser suyo, no por diez, nueve ni ocho, por siete pesetas, con regalo de un peine para los primeros compradores más una cuchilla de afeitar última generación. ¡Adjudicado al caballero del fondo!. Si bien la fórmula y contenido en los recipientes siempre era desconocida y la misma, sus propiedades curativas variaban según criterios e imaginación del charlatán de turno. En algunos casos curaba la infertilidad, en otros la alopecia y si llegaba el caso, hasta la infelicidad por la huida de tu pareja con un aparcero apolíneo sensual y lascivo. En lo fundamental este discurso no era más que una ingeniosa mentira verbalmente condimentada, por supuesto, salvo el abandono de la pareja, que solía ser real. Y la puesta en escena de la misma, si necesario fuera, sin modificaciones repetida, porque si una cosa funciona, para qué cambiarla. Escena similar, si bien con otro escenario, a cuando entras en el metro a media mañana y en el transcurso del trayecto te encuentras con un cantante/mendicante, después otro y otro más, buscando una ayuda para comer, y detrás de ellos, como si se repartieran rutas y horarios mediante un estudiado cuadrante, llegan los menesterosos sin más, aunque dentro de su situación no buscada, a cambio de esa posible dádiva requerida, ofrecen paquetes de chucherías, en un rasgo de orgullo que convierta su petición en trueque, antes que en pura mendicidad. Este trasiego de actuaciones discurre en un medio del un transporte de viajeros, el subterráneo , que no suele destacarse por ser utilizado las clases altas, más allá de una foto testimonial por políticos y funcionarios de alto nivel cuando se estrena un nuevo tramo,  o remodelación de otro existente. Como dijera el poeta, hay otros mundos, pero están en este. Si, aquí, donde conviven la cárcel y la libertad, sin distinguir, en ocasiones, el fin de una y el comienzo de otra. Luego está La Libertad (1987) palabra multiuso, y también ese himno musical al que dieron voz el matrimonio feliz, que en un instante fatal, fue alcanzado por el rayo. Albano y Romina Power. Pincha aquí 

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