El cotarro

La vida pasa por Silvestre Domínguez

El dilema de toda promesa está en  lapso de tiempo que media entre su proclamación y el cumplimiento de la misma. De ahí que las letras de cambio, futuribles de pago, con el fin de soslayar tal eventualidad, lleven fecha de vencimiento con las pertinentes cláusulas punitivas si fuesen rechazadas.  Ya sabes, si quieres chocolate, paga lo que debes. En política las promesas son parte del reclamo electoral sin más obligaciones para quien las emite que la capacidad de recuerdo u olvido de sus potenciales votantes. El sabio  y viejo profesor, Tierno Galván, no tuvo reparos en advertir que las promesas vertidas en los programas electorales se hacen para no cumplirse. Todo un detalle, no en vano detento la cátedra de Derecho Político durante los años 1953 a 1965, nada menos que en la egregia Universidad de Salamanca. Quizás por esa tendencia al incumplimiento, hay programas electorales literalmente en blanco. Todo lo más con el rostro del cabeza de lista más una frase lo suficiente pegadiza para encandilar al personal, sin mayores compromisos. Para los convencidos es suficiente. En cuanto a los descreídos, no dejan de ser un revoltijo necesario de encontradas opiniones y voluntades animadoras. Si bien es verdad, que en esencia estériles, por mucho que enardezcan y alboroten el cotarro. Es justamente la variedad de cotarros y centros de decisión, locales, nacionales e internacionales, lo que hace que situaciones hasta ayer predecibles en lo cercano, se vuelven cambiantes y turbulentas de un día para el siguiente. La toma de unos días de meditación sobre si seguía o no arrostrando el lastre que conlleva la gobernanza de España por parte del Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y su posterior comunicado afirmando su permanencia en el cargo, es uno de esos enigmas que levantan comentarios lo mismo entre los fieles que en los adversarios. Y en general, ni los unos ni los otros, suelen acertar en sus elucubraciones, entre otras causas principales, por desconocer los límites del concreto cotarro en que se tomó la decisión. Quizás, el dirigente italiano, Giulio Andreotti, periodista de formación y detentador del cargo de Primer Ministro del gobierno italiano en siete ocasiones, es decir, auténtico conocedor de los hilos que mueven el cotarro, cuando dijo aquello de que el Poder desgasta, pero con más intensidad, a quien no lo obstenta, aclaraba, en una nítida ecuación oral, regla de oro que despeja enigmas artificiales, cual el de los cinco días de relajo públicamente anunciado por Pedro Sánchez. Dado lo difuso y confuso del actual panorama político, solo apto para cabalistas (especialistas en descifrar La Cábala), es agradable saber que, por ahora, puedes dejar a un lado la cacofonía estridente que impregna la realidad y abandonarte en el relajante mundo musical, digamos que con una melodía de corte clásico y tradicional como, La vida pasa (1995), que hiciera furor en México por quien fuera considerado como El Príncipe de la canción , o sea José José . Pincha aquí