Grietas

En busca de mi yo por Silvestre Domínguez

Más temprano que tarde, llega un momento en el cual la malla de la exigua existencia que representas está tan cuarteada por el uso, que se filtran por ella ecos del pasado, mientras el presente se diluye profusamente entre sinuosas grietas en su ineluctable camino hacia la definitiva nada. Y por esas mismas grietas me llegan imágenes de niños que se fueron en plena floración, y biografías inesperada y drásticamente truncadas cuando todo parecía por hacer. Es en estos fugaces  momentos de lucidez hiriente, como en el Aleph borgiano, cuando tomas conciencia de lo inaprensible y vertiginoso de la vida, la alocada velocidad y sin sentido del tiempo. Lo fútil de las narraciones que dogmáticamente pretenden dar a determinados hechos condición de eternidad. La inanidad de los héroes y el vacìo de sus pretenciosas epopeyas. La máscara inconsútil de la carne, fugitiva y efímera. Porque como lucidamente presintiera Heráclito el Oscuro, todo fluye, crece y sin pausa se diluye y se pierde en un espejismo con la engañosa apariencia de una falsa realidad, flotando entre el ser y la nada, que ilusoriamente llamamos vida. De cuantas canciones  recuerdo, ninguna expresa mejor, a mi parecer, de un modo telúrico y filosófico, la insustancialidad de la existencia que, De paso (1978), poema sonoro creado e interpretada por Luis Eduardo Aute en sus años de éxito y que en la voz y arreglos musicales de León Gieco, se logra, quizás, la mejor versión de la misma. Pincha aquí 

Grietas

Emil Ciorán por Silvestre Domínguez

Comprendo el apego a la existencia de todo ser humano, yo soy mi mejor y más directo ejemplo para corroborarlo, no obstante ser experimentados conocedores de su fragilidad. Visitar un cementerio y no sacar consecuencias de ello figura entre nuestros hábitos más comunes. Ya lo dice el refrán, verdadero acervo de sabiduría popular: ¡el muerto al hoyo y el vivo al bollo!. Al margen de chascarrillos y subterfugios varios, es irrefutable que allá donde mires las grietas son el elemento constitutivo de la materia. El factor tiempo, intangible en esencia, no hace otra cosa que servir como marcador virtual del lapso entre un derrumbe y otro, y de este al definitivo, aunque no haya nadie para atestiguarlo. No por otra razón que para cubrir y camuflar las grietas corporales, es que pululan profesionales del parcheo estético, desde la reducción nasal, a la adición de grasa en glúteos, labios y allí donde fuere pertinente. Más como queda anteriormente apuntado, estos remiendos estéticos no pasan de ser puros parches embaucadores, pues las grietas, sobre todo las que son directas responsables del imparable derrumbe vital, suelen ser poco visibles en lo externo, aunque de efectos acumulativos, como la fuerza de la gravedad, en asuntos como el movimiento, por ejemplo atarse los zapatos sin necesidad de arrodillarse. Dado que la procedencia de la materia se fundamenta en ser una griega ya desde el punto de partida, ahí tenemos el Big Bang, o gran zambombazo, como hipótesis científica preferida de la génesis cósmica, y para explicar la Vida la ecuación más consistente, al margen de supuestas intervenciones de deidades creacionistas, es considerarla una alteración química de la materia con propiedades autorreplicantes y evolutivas, la lógica deducción nos lleva a considerar a todo bicho viviente como una grieta de una grieta surgida. O sea, grieta al cuadrado. Siga pues la fiesta y que nadie se dé por aludid@. Recordemos a El Luis, una portentosa voz que marcó època llevando la rumba a los confines del rock. Escuchemos la percusión del aquella famosa y discotequera, Yo te lo digo cantando (1976).Pincha aquí