Juego de Tronos

La elección de Secretario General en el PSOE lleva camino de convertirse en una versión arrabalera de la exitosa serie televisiva Juego de Tronos. Todos dicen no querer hacerse con la llave se los Siete Reinos, más alguna pedanía no contabilizada por el catastro, y a nada que estornudan se encuentran con una lanza que les ha partido el pecho. Mi personaje preferido, en la interminable lista de consumados traidores, es Tyron Lannister, de los Lannister de toda la vida talla infantil. Tiene la lucidez suficiente como para reconocer que sus enemigos no se encuentran en la Casa de los Stark, como con tesón le enseñaron desde la infancia, sino en su propio entorno, desde el padre frío, sanguinario y pragmático, a la incestuosa e histeria hermana Cersei Lannister. Pues en la saga actual del centenario Partido Socialista Obrero Español, descubrir entre opositor y aliado tampoco parece ser empresa fácil. Tan pronto observas un distanciamiento glacial entre Rubalcaba y Tomás Gómez, como que los sorprender en un cálido y efusivo Abrazo de Vergara preelectoral. La inesperada irrupción en el terreno de juego electoral de Podemos, con un Pablo Iglesias que podríamos equiparar a Daenerys Targaryen, con sus votos de fuego, como los dragones de la princesa y que al igual que ella, no parecía destinado, excepto por el nombre y apellido, ha ocupar ningún Trono de Hierro, pues que ha alborotado lo que parecía un pacífico y fructífero gallinero. Vaticinar que pueda ocurrir entre tantas familias de un bando y de otro, con su inacabable lista de opositores que dicen no querer opositar, requeriría la sabiduría de ficción de el Mago Merlin. Dada su inexistencia, deberemos conformarnos con los pronósticos de los tertulianos, que saben lo mismo que nosotros, o sea nada, pero parecen poseer la piedra filosofal de cualquier situación y su contraria. Pero mientras unos y otros se desgañitan por llevarse el jamón de la cucaña nacional (poca chicha para tanto lobo), el verdadero drama se perfila en los confines del Muro de hielo Europeo. Allí es donde verdaderamente se encuentra la solución o tragedia del Juego de Tronos democrático.