Lo posible, lo probable y lo imposible

Disrupción tecnológica

Si naces en un muladar es posible que, con esfuerzo, tesón y suerte, mucha suerte, consigas salir de él y, en el transcurso de una generación, tengas la probabilidad de ascender socialmente y convertirte en señor y dueño del corral. También entra dentro de lo probable que, una vez dueño del corral, consigas de un amigo, que gracias a un dedazo poderoso llegó a concejal de urbanismo, una recalificación del suelo, de rustico a urbanizable, y te lleves una pastizara en una oscura la operación inmobilaria fraguada entre vinos y chuletones de la mejor calidad. Imposible será, que tras tanto movimiento y chanchullo financiero con el puñetero corral, ni tú ni el mejor vidente, podáis anticipar con seguridad, si tu futuro tendrá un apacible y sosegado color de rosa, o un largo paseíllo por los tribunales de Justicia acusad@ de corrupción con desenlace fatal. Ejemplos hay tantos que resulta injusto poner uno con olvido del resto. Más lo que es absolutamente imposible es que un ejército de menesterosos, armados con fusiles oxidados pretenda y consiga achantar, sin despeinarse a la armada marítima, aérea y terrestre más puntera del Imperio. ¿Imposible?. Si nos atenemos a los hechos, tal lo ocurrido en Vietnam y ahora en Afganistán, solamente improbable. Lo cual significa que, o bien carecemos de datos imprescindibles al analizar objetivamente la espinosa cuestión, o el gato de Schrödinger no está ni vivo ni muerto, sino simplemente hibernando como buen gatazo camastrón. Mi vecino del cuarto, comentando referentes pasados que hagan posible lo improbable y aún lo imposible, me recuerda que más difícil era que David, con una simple honda y un pedrusco, acabara con el gigantesco filisteo y armado hasta los dientes, el temible Goliat. Ante lo cual, por aquello de evitar callejones sin salida, cambio de tercio y me arranco con aquel hermosísimo bolero que cuando la Segunda Guerra Mundial, creara como vía de escape a tanta sin razón, la inspirada compositora mexicana Consuelo Velázquez compuso a sus juveniles 16 años, y que tantas inolvidables voces nos deleitaron el, Bésame Mucho (1940). De todas me quedo, por puro capricho y admiración a su plasticidad vocal, con la versión de Elvis Presley. Pincha aquí

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